Aún tenemos patria, televidentes (Las Últimas Noticias)

Comentario de Larry Moe

Aún tenemos patria, televidentes

Programa:
31 Minutos.
Conducción:
Tulio Triviño.
Dirección:
Álvaro Díaz y Pedro Peirano.
Canal:
TVN. Sábado, 11.00 y 13.30 horas.

Que el mejor programa del año sea transmitido el día sábado a horas tan impresentables como las 11 de la mañana establece lo imprescindible que se ha vuelto contar con un videograbador en casa, única manera de disfrutar de “31 minutos”, noticiario protagonizado íntegramente por títeres y que es parte de “Tronia”, el bloque infantil de TVN, pero que ha terminado por devorarse con zapatos a todo ese espacio matinal.

De la prodigiosa mano de Álvaro Díaz y Pedro Peirano, auténticos próceres de nuestra televisión, 31 minutos avanza con arrollador tranco creativo, mezclando educación ambiental (es apoyado por Conama y financiado por el Consejo Nacional de Televisión) con potentes cápsulas de sicodelia y riéndose con ensordecedor talento de todos los clichés del mundo televisivo.

El programa está siendo seguido cada vez por más adultos, que antes de esto sólo prestaban atención a espacios infantiles cuando la oferta era visualmente tan tentadora como “Nubeluz” y sus portentosas animadoras, “Yuli Yum Yum” o las infartantes minifaldas de Carol Kresse en “Mundo mágico”. Esta vez el gancho está en los contenidos.

El súperhéroe Calcetín-con-rombos-man socorre a guantes discriminados en un colegio de calcetas, lleva a hacerse unos injertos a una media con papas, rescata a un soquete que es obligado a trabajar de trapero y resuelve la crisis de identidad de una bufanda. Además, aleona a los niños a hacer respetar sus derechos. El conductor del noticiario, Tulio Triviño, es un caso aparte. La vuelta de comerciales suele sorprenderlo degustando el cerumen de sus orejas o acosando a la periodista Carlita Rubio. Tiene comentarios tan desafortunados como: hay que cuidar los desiertos para que tengamos más playas, y entrevistados tan exóticos como el Sr. Invisible Mudo.

Entre los reporteros están Juan Carlos Bodoque (conejo ecologista), Jackson Aceituno (parodia de Amaro Gómez-Pablos) y Tenison, pelota que les hace la pega a los comentaristas deportivos Balón Von Bola y Raúl Guantecillo. Las genialidades se suceden una tras otra, sin restricción aparente. La teleserie “Los títeres” satiriza sin piedad ese género. Hay reportajes-denuncia como la prohibición de bailar axé en un colegio o el candente caso de una plaza de Quinta Normal sin alumbrado público.

Los despachos destilan surrealismo: guerra de tarros en el Mar Despénsico, una secta de frutas espera la mesiánica llegada de La crema, en un consejo de gabinete el ministro de Justicia está caracterizado por una tortuga y un lápiz-artista confiesa que no firma autógrafos porque es analfabeto.

El marrasquino a este delirante cóctel lo aporta el ranking musical, repleto de poderosas alegorías. “Mi muñeca me habló” es un devastador guiño a los apocalípticos mensajes de que habrían sido depositarios los pastorcitos de Fátima. “Me cortaron mal el pelo”, cantada por una marioneta que se hace llamar Chascoberto, es una abierta metáfora contra la homofobia. Donde la carne se pone de gallina es cuando llega el apoteótico “Bailan sin César”. Brillante alusión a la corrupción.

Un programa para niños visto por pailones y hecho por genios.