Un debate con los personajes de 31 Minutos (El Financiero)

Un debate con los personajes de 31 Minutos

Juan José Flores Nava

Miércoles, 30 de abril de 2008

En Titirilquén se celebra el día de la araña y el de la ampolleta.

¿Cómo fue que una rana verde que investigaba la ruta de la caca se convirtió en un conejo rojo, apostador, periodista, fumador de pipa, autor de reportajes ecológicos y principio de la serie 31 Minutos? El que sigue es un texto donde -con su venia, lectores- no se dará respuesta a la pre- gunta, pero se permitirá que los protagonistas de la serie conversen entre sí.

Santiago de Chile. Productora Aplaplac. Alrededor de la mesa está la dupla Díaz-Peirano [Álvaro y Pedro, respectivamente]. La acompañan Tulio Triviño, Policarpo Avendaño, Juan Carlos Bodoque, Guaripolo y Patricia Ana (Patana). Éstos, conocidísimos personajes del noticiario 31 Minutos -que en México se transmite de lunes a viernes por Canal 11, a las 14:30 horas- y actores, también, de 31 Minutos: la película, que hace exactamente un mes se estrenó en Sudamérica. Aquélla, la dupla, fue la que en 2003 puso al aire (con la participación de gente como Juan Manuel Egaña, Rodrigo Salinas, Matías Iglesias y Daniel Castro) en la televisión pública chilena los primeros programas de 31 Minutos, en marzo de 2003. Ciudad de México. Cubículo de la sección cultural de EL FINANCIERO. El reportero [R de aquí en adelante] emplea la tecnología a su alcance y trata de llevar con mediano orden el uso de la palabra entre los protagonistas de esta charla.

Guaripolo:
Antes que nada, quiero decir que no me autonombro "el personaje favorito de los niños de 31 Minutos", pues esto es algo que salió natural. Todos lo saben, aunque lo ocultan por envidia. Mi ayudante Sopapiglobo hizo una encuesta seria y descubrió que, sin exagerar, la gente me considera un dios.
R:
Aclarado el punto, ¿nos puede decir, Álvaro Díaz, si en algún momento los sorprendió el éxito que, tanto en Chile como en otros países de América, alcanzó la serie y ahora la película?
Álvaro Díaz:
El crecimiento de 31 Minutos fue inesperado. Lo atribuyo a que la serie inició sin la presión, sin la obligación de ser rentable o de tener una forma determinada. Todo fue sucediendo muy libremente. ¿Cómo 31 Minutos llegó a otros lados y cómo se ha convertido en una marca conocida fuera de Chile? Pues precisamente porque nunca tuvimos conciencia de que eso podía pasar. Entonces, nos dedicamos a hacer cosas a nuestro regalado gusto que más o menos funcionaron. La película surgió porque nos dimos cuenta de que ciertos personajes podían escalar mucho más allá de un programa de televisión. Todo ha sido, insisto, consecuencia de la libertad y el entusiasmo con el que trabajamos; además, claro, de que supimos mantener cierto grado de originalidad.
Pedro Peirano:
Lo que siempre tratamos de hacer fue mostrar de otra manera situaciones aparentemente normales y ver qué pasaba con eso. Nuestra intención fue crear un programa transversal; es decir, que si bien estaba enfocado a los niños que también pudiera ser visto con gusto por los papás con los hijos o los papás solos.
R:
Sorprende el buen periodismo que practica ese personaje tan serio que es Juan Carlos Bodoque. Y sorprende porque en los noticiarios tradicionales de televisión hay muy poco periodismo bueno.
Juan Carlos Bodoque:
Es que yo el periodismo lo aprendí donde todos los buenos periodistas: en la calle. Mi lado serio es porque soy apostador, y siempre ando trayendo un rostro de póquer.
R:
¿Por qué no puede frenar el vicio del juego?
Juan Carlos Bodoque:
Si no entiendes el asunto de las apuestas es porque nunca has sentido el incomparable placer de ganar. Como dijo un amigo mío: "Lo daría todo por un poco más". Ese es mi lema.
R:
Perdone el atrevimiento; pero, ¿por qué no va a un psicoanalista para tratar su vicio del juego y, de paso, nos cuenta, en uno de sus reportajes, cómo le fue? Puede hablarnos, por ejemplo, de la naturaleza de la mente o de la contaminación mental?
Juan Carlos Bodoque:
¿Te digo yo a quién entrevistar y qué escribir en tus crónicas? ¡Para eso tengo ya una pila de jefes!
R:
Hablemos ahora de las canciones del programa, que han dado ya para grabar tres discos (31 Minutos, Ratoncitos y 31 canciones de amor y una canción de Guaripolo).
Álvaro Díaz:
En el fondo, lo que hicimos en todas las canciones fue una mezcla similar a la que habíamos hecho con los contenidos del programa. Trabajamos con Pablo Ilabaca, guitarrista de un grupo muy conocido acá en Chile que se llama Chancho en Piedra. Él tenía melodías que podían muy bien ser del mundo infantil, y las aprovechamos para hacer letras de cosas muy sencillas. Con el tiempo las fuimos complicando, claro, contando historias que se refieren a los problemas que uno tiene cuando es niño, pero tampoco dejamos de hablar de cosas más gratuitas, que no se dedican a enseñar un comportamiento o un hábito directamente, que no juzgan nada. Por eso en las canciones de 31 Minutos hay mucho de espontaneidad, sin prejuicios de cómo deben ser las cosas.
R:
¿Por esa razón es que una canción como "Boing, boing, boing", que interpretan el Tío Horacio y sus queridos personajes, alcanza un éxito tal que se coloca en los primero lugares del "Top, top, top", sección que dirige Policarpo Avendaño?
Policarpo Avendaño:
"Boing, boing, boing" es una canción complejísima, de excelente letra, partitura muy elaborada y brillante interpretación, por eso su éxito "Top, top, top".
R:
Pero si esta canción ha alcanzado la cima, ¿por qué una pieza como "Mala", que tan bien interpreta Guaripolo, no ha sido jamás incluida en su ranking?
Policarpo Avendaño:
El ranking se realiza bajo un estricto concepto y rigurosa selección, donde es muy importante la relación del músico con el crítico; o sea, conmigo, y a ese tipo que canta "Mala" no lo he visto ni en pelea de perros. Pero, sobre todo, nunca me ha mandado un regalito. Además, quiero recordarle que mi ranking supera por mucho al de canales de música internacionales como MTV. Debido a ello, mis cantantes tienen la prohibición de presentarse en otro lado. Si yo llegara a trabajar en MTV, ese canal seguramente sería conocido y ganaría millones.
R:
En los tres discos que hasta ahora han sacado, hay pocas referencias a otros países. Pero en uno de ellos, entre una canción y otra, alguien canta Qué te pasa/ chiquillo qué te pasa/ me dicen en la escuela/ y me preguntan en mi casa:/ ¡México lindo y querido! ¿Por qué?
Pedro Peirano:
Esa canción sonaba mucho cuando nosotros éramos chicos acá, en los años ochenta. Y son de las cosas gratuitas que grabamos en los discos. O sea, no hay una razón para haberlo hecho. Es sólo que el mundo mexicano tiene en Chile una influencia enorme: las películas de Cantinflas, el programa del Chavo, la música mexicana. La cultura popular en Chile está muy unida a la cultura mexicana, sobre to- do a su música. Tanto, que has- ta tuvimos hace unos años un programa que se llamaba precisamente México lindo y querido.
R:
¿La llegada de Patana al noticiario fue para dotarlo de la presencia femenina?
Álvaro Díaz:
Claro, ella es la parte femenina. Notamos que éramos muchos hombres los que hacíamos el programa y ella, Patana, llegó a darle un toque especial. Nos autoobligamos a hacerlo porque era necesario. Y como muchas niñas y mujeres ven el programa, resultó muy bien; aunque igual, por momentos, es una mirada masculina muy torpe del mundo femenino.
Pedro Peirano:
Patana es un súper aporte no sólo por el personaje sino por la persona que está debajo de ella, que es Alejandra Dueñas, quien es muy inteligente, divertida y soporta todas las bromas que le hace este grupo de monstruos. Tiene una voz maravillosa. Mucho mejor que la de nosotros. La verdad es que ella le dio un toque de profesionalismo a nuestro mundo muy amateur. Nosotros éramos muy inexpertos en el mundo de los títeres. Ella le dio el toque femenino y de calidad al programa que tanto nos faltaba.
R:
¿Cómo ha sido, para usted, Patana, la experiencia de salir de Titirilquén y llegar a la gran ciudad?
Patana:
Yo vivía muy feliz en mi pueblo, a pesar de que es muy, pero muy pobre (¡imagínate: el Trivilillo, el río principal, sólo tiene una orilla!). Antes de llegar al noticiario me habían ofrecido en mi pueblo el trabajo de contar las hormigas de la Plaza Venancio Tufillo Triviño; y fue ahí, bajo el sol de un día de agosto, que decidí que esa no era vida para una chica llena de ideas. Así que me dije: "Patana: tienes un tío famoso... aprovéchalo." Y me vine. Estoy muy feliz aunque echo de menos las diversiones sencillas de mi pueblo, como el lanzamiento del cuezco de durazno o la tradicional carrera hasta el buzón de la esquina en un pie.
R:
Usted llegó a trabajar con su tío Tulio a la gran ciudad, pero él no deseaba su presencia en el programa. Sin embargo, con esfuerzo logró quedarse ahí. Muchas niñas sueñan con ser una princesa tipo Disney, pero allá en su tierra, como acá, en México, muchísimas otras no llevan una vida sencilla y tienen que trabajar el doble para salir adelante, ¿qué le diría a esas niñas?
Patana:
Que se las ingenien para tri- unfar en la vida. Yo tenía todo en contra, principalmente mi tío, que no me soportaba. Pero ahora me adora e incluso me está pagando un sueldo de estudiante en práctica.
R:
Según nos cuenta una canción, cierta Navidad usted le pidió una bicicleta a Papá Noel, pero él le trajo tan sólo una peineta y un mantel. Al principio no le gustaron los obsequios, pero al año siguiente usted pidió, en lugar de la bicicleta, nuevamente una peineta y un mantel. ¿Por qué?
Patana:
Porque estaba muy conforme con mis regalos. Además, cuando pedí una bicicleta, el anciano me trajo una peineta y un mantel. Así que decidí atacar con psicología inversa: al año siguiente le pedí otra peineta y otro mantel... Y entonces el buen viejo me trajo la bicicleta. Creo que el querido Santa Claus, en su sabiduría, en su locura, o en ambas, me quería decir que lo que importa es compartir, no el regalo puntual que pueda alguien obtener. Por eso me gustaría decirles a los niños que lo pasen excelente jugando con las cosas más simples de su casa. Y a los niños de México, en especial, que espero que pronto llegue allá la película de 31 Minutos: ¡está increíble!
Guaripolo:
Y yo quiero decirles que la verdad es que aquí no me pagan y por eso tengo que falsificar los vales de colación, pues ni siquiera eso me dan. No sé por qué. Surgió el rumor de que no cumplo ninguna función en el programa, cuando con ser el "personaje favorito" basta como trabajo, lo he leído en las leyes. Además, todos me piden consejos. El blanquito es un gran amigo, el conejo rojo, el cara de mono con corbata y el pelado ignorante también. Pero se hacen los que no me conocen. La gente de la televisión es rara.
R:
¿Es cierto eso, Tulio Triviño: la gente de la televisión es rara? ¿Qué necesitó usted, por ejemplo, para ser conductor de noticias? Aquí en México parece que el requisito principal es tener aniquilado el sentido crítico y estar siempre a favor de las acciones del gobierno y en contra de los opositores de éste. Además, claro, y en muchos casos, poseer una ignorancia abismal.
Tulio Triviño:
Bueno, me da mucha admiración por la televisión mexicana lo que me cuentas. Aunque confieso que yo poseo todas esas virtudes maravillosas que has descrito. Aunque, igual, debo decir que a veces he sido muy crítico. Incluso una vez a un presidente que no voy a nombrar lo traté duramente por haber elegido un color equivocado de corbata. Pero en general me llevo bien con todos los gobiernos, debido a que tienen unos asesores de corbata excelentes y profesionales.
R:
¿El buen dinero que, suponemos, a usted sí le pagan en el canal lo ha transformado como individuo? Por cierto, y permítanos el atrevimiento: ¿qué es usted: ser humano, ser de tela, ser de televisión, ser o no ser o, de plano, ser de otro mundo?
Tulio Triviño:
Claro, no importa. Yo soy un ser humano con ojos de botón, como todo el mundo. Y el dinero no me ha transformado en nada, sólo me ha hecho más humilde. De hecho, creo que en estos momentos debo estar ranqueado entre los personajes más humildes del mundo, según la encuesta de la prestigiosa revista Humility. Eso me convierte en un súper humilde o un mega humilde, una especie de héroe.
R:
¿Y cuál es su sección favorita del programa?
Tulio Triviño:
Entre noticias. Es decir, yo cuando anuncio las noticias.
R:
¿Cree, como Joe Pino, que opinar es necesario?
Tulio Triviño:
Por supuesto, siempre que el señor Manguera, amo y señor de la estación, opine mis mismas opiniones. Eso sí, está bien opinar, pero no se debe caer en el opinionaje.
R:
¿Por qué considera necesario que los niños tengan su noticiario y que usted esté al frente de él?
Tulio Triviño:
Porque los niños necesitan ser informados de la realidad niñezca y titiritesca seria, y no las payasadas del noticiero de los adultos. Por otro lado, de lo contrario mi sueldo bajaría a cero. ¡Gulp!
R:
¿Algo más que quiera comentar para los niños de México, Triviño?
Tulio Triviño:
Nada más que estoy muy feliz de que los niños mexicanos se informen ya a través de nuestro noticiero. Y espero que la película de 31 Minutos llegue muy pronto a su país para que la disfruten tanto como yo disfruté mirando cómo Juanín la escribía, filmaba y editaba.
R:
¿Por qué, siendo tan famosos, no han visitado nuestro país personalmente?
Juan Carlos Bodoque:
Yo me muero por ir a ver a los niños de México. Si no he ido para allá es sólo porque tengo que arreglar unos problemitas con mis prestamistas aquí y no me dejan salir de Chile.
R:
Usted, Juan Carlos Bodoque, se la pasa haciendo reportajes sobre el cuidado del medio ambiente. ¿Qué medidas ha adoptado en su vida diaria para cuidar los recursos naturales?
Juan Carlos Bodoque:
Separo mi basura en orgánica, papel, vidrio y plástico; ando en bicicleta; ahorro agua y luz eléctrica... Es cierto, de vez en cuando fumo mi pipa, pero nunca cigarrillos. Por último, y muy importante, soy silencioso.
R:
¿Es usted misógino o sólo le gusta darse su lugar frente a las mujeres?
Juan Carlos Bodoque:
Amo tanto a las mujeres como a mí mismo. Yo coincido con lo que dijo un extraordinario poeta: Si no fuera por ellas, qué habría pintado Neruda, qué habría escrito Picasso... ¿Es así o al revés?
Guaripolo:
Quiero anunciarles a todos que vivo en la guaricueva, donde junto a mi mayordomo y fiel amigo Sopapiglobo urdimos nuestros planes para apoderarnos del mundo o triunfar en el mundo de la música, lo que llegue primero. Con mi pala, en general, poso para fotografías porque me gustan las fotos y las palas. Por eso hago esa genial unión de ambas artes en una sola expresión. Y si digo que mi canción es mala como "El gato con botas" es porque el cuento me parece aburrido: ese felino infecto se la pasa engañando al pobre gigantito, quien no tiene la culpa de ser tan maliciosito. Cuando sea elegido emperador del Universo, mi primera medida será prohibir ese cuento y mandar todos los gatos a Júpiter.
R:
¿Y por qué si usted mismo dice que su canción "Mala" es suya pero mala nos la sigue cantando?
Guaripolo:
Es un acto rebelde con cuotas de rebeldía. Por otro lado, mi canción es mala pero a la vez magnífica. Es por eso que les digo a los niños que sean rebeldes y que no se corten el pelo.
R:
Aquí en México hoy, 30 de abril, celebramos el Día del Niño. Y parece que en Chile lo celebran el segundo domingo de agosto. Pero en México tenemos un día para todo: la secretaria, el compadre, la familia, el albañil, el periodista, la mujer, la mamá, la guadalupana, el maestro, el payaso, el médico, la enfermera... Y eso sin contar los cumpleaños, bautizos, bodas, despedidas de soltera y soltero, baby showers, san lunes y un largo etcétera.
Tulio Triviño:
La verdad es que en Titirilquén pasa lo mismo. Por ejemplo, está el día del agua potable, de la araña tras el cuadro, de la ampolleta e incluso están el día del Titirilquino y el del Titirilquense, que son lo mismo. Pero yo no puedo quejarme porque también existe el Día de Tulio Triviño, en el que todos se visten como yo y en medio de un festival de noticias se reparten corbatas para todos.