Los 31 minutos más caros del cine chileno (Wiken, de El Mercurio)

Los 31 minutos más caros del cine chileno

Dos años después de que Tulio Triviño y Juan Carlos Bodoque se despidieran de la TV, vuelven en grande: "31 minutos, la película", la más costosa del cine chileno y una aventura filmada entre Brasil y Chile. Vimos en exclusiva la cinta y hablamos con sus creadores, Álvaro Díaz y Pedro Peirano, quienes pretenden conquistar espectadores con una apuesta única en el mundo.

Por Isabel Plant

Para ser dos partes de un todo indivisible - "laduplapeiranodíaz"- , Álvaro Díaz y Pedro Peirano son bastante distintos. Así como se ven diferentes, contestan diferente: Díaz habla mucho y Peirano rellena los puntos suspensivos que el otro va dejando.

Y así, juntos, dirigieron su primera película: "Si me preguntas cómo es dirigir de a dos... yo siempre me hago la pregunta al revés: cómo es dirigir de a uno", dice Díaz. Su productor ejecutivo, y la tercera pata de Aplaplac, Juan Manuel Egaña, es más categórico: "Yo no me imagino trabajar con uno de ellos no más, porque sentiría que falta una parte. Son casi uno solo. Un solo monstruo".

El monstruo "Peirano-Díaz" está a punto de saltar al vacío con la película más cara de la historia de Chile: "31 minutos, la película", costó US$ 2,5 millones aproximadamente (medio millón más que "Chile puede", hasta antes de "31 minutos", la película nacional más cara). La cinta sigue a los títeres Tulio y Bodoque al rescate de Juanín Juan Harry, quien ha sido raptado por la malvada Cachirula, una niña coleccionista de animales únicos.

Dos años después de haber salido de la TV, Bodoque y Tulio necesitan que al cine vayan 450 mil espectadores para recuperar lo gastado. ¿La estrategia? "31 minutos" se fue de aventura, pero al pasado. Los títeres parecen venir a vengar las películas infantiles de décadas pasadas, y ganarles terreno a los Shrek de este mundo moderno.

Nace una loca idea

- ¿Qué han estado haciendo estos dos años en que no hemos sabido de "31 minutos"?

"La película, poh"', contesta Díaz, con su tono sarcástico. En estos dos años, la dupla ha estado en los titulares por dos motivos: por el robo de sus computadores (en donde no perdieron nada importante), y porque Pedro Peirano fue detenido por error en el aeropuerto de Madrid, en una viaje a la post-producción ("Me llevaron a una especie de Torre del Mal en el aeropuerto, donde servían comida típica española, pero asquerosa", dice Peirano).

La idea de la película nació en 2004, después de la primera temporada. Cuando el programa ya había pasado de ser simplemente un noticiero de títeres a una comedia de personajes. Cuenta Peirano: "Eran suficientemente amigos, ridículos y tenían suficientes virtudes y miserias para llevarlos al extremo".

Mientras trabajaban en borradores de guión, la serie "31 minutos" comenzaba a desgastarse. Dice Díaz: "Nos empezó a aburrir la dinámica de trabajar en la tele. Tienes que preparar temporadas largas y los costos habían subido. Y '31 minutos' tiene un problema para la TV chilena, que es su formato de 30 minutos. No sabían bien dónde ponerlo. Nos sacaban de horario de niños, nos ponían en otro".

El equipo también comenzó a mostrar fatiga de material. El team estaba compuesto por Díaz-Peirano y Egaña por parte de Aplaplac. Ellos invitaron a Rodrigo Salinas y Daniel Castro (quienes trabajaban por primera vez en TV y venían del colectivo La Nueva Gráfica Chilena) a formar parte de un proyecto que pensaban que nadie vería: los muppets chilenos. Como la rana René, la chanchita Piggie, pero en clave chilena. Tres temporadas más tarde, el trío de Aplaplac era dueño de una exitosa franquicia infantil. Díaz y Peirano pasaron de ser generadores de programas de culto (¿recuerdan "Plan Z" y "Factor humano"?) a convertirse en figuras masivamente exitosas.

"Cuando empiezas un proyecto con gente que es joven, creo que es súper sano que en un minuto se profesionalice. Pero para que eso ocurra tiene que haber crisis, no pasa naturalmente", dice Díaz acerca del desgaste dentro del equipo. Peirano agrega: "La suerte es que esta fatiga no se traspasó a los programas, fueron cada vez mejores". Finalmente, el equipo de la película es casi el mismo de la serie (Peirano, Díaz, Daniel Castro y Rodrigo Salinas en guión, Juan Manuel Egaña en producción y Matías Iglesis en dirección de arte). Luego de terminada la tercera temporada en 2005, cuando ya estaban trabajando en el guión fílmico, todos los esfuerzos se concentraron en el nuevo y cada vez más titánico proyecto.

Trabajarían por casi dos años en la historia, la que primero se dibujó por completo. Y luego, en octubre de 2006, se pusieron a filmar. Se sumó la productora Total Entertainment de Brasil (la que realizó el remake de "Sexo con amor" en ese país); y la compañía española User T38 ("Mar adentro" y "Los otros") pondría los efectos de post-producción. Estos socios no sólo aportaron dinero y efectos. Además trajeron la experiencia industrial que Peirano, Díaz y Egaña no tenían. Los demás financistas son Ampla (Chilectra), TVN y Vertical, en Chile.

La moral anti-Shrek

Peirano y Díaz hicieron una película con la que a ellos les hubiera encantado toparse en "Tardes de cine". "31 minutos" ES el tipo de películas que vieron cuando eran chicos.

Pero este filme no es como la serie. La aventura lleva a Tulio, Bodoque y compañía por tierra, mar y playa. Adquiere protagonismo el productor Juanín Juan Harry, convirtiendo a "31 minutos, la película" en una cinta sobre la importancia del secundario, del amigo fiel. "Juanín es el único personaje que quiere a Tulio realmente, y daría la vida por él", dice Rodrigo Salinas, guionista y voz de Juanín.

Y para que toda aventura esté completa, Tulio y Bodoque necesitaban un némesis: la malvada Cachirula. Aunque en un principio los creadores querían que la personificara Sonia Braga (sí, la de verdad), el diseño de set para humanos y muñecos era muy complejo. Se optó por mantener un mundo sólo de títeres. Y para que Cachirula fuera una niña-muñeca, millonaria y sin padres que la controlen.

¿El look de la película? Que todo se vea con un aire de 30 años atrás. Matías Iglesis, director de arte, cuenta: "El planteamiento no tiene nada que ver con el programa. Tiene el espíritu, pero la estética es más como película de James Bond". Y Díaz agrega: "Para nosotros, poner un celular es una concesión". Es que nada ultra-moderno cabe dentro de la nostálgica lógica de esta cinta.

El 100% de las escenas tiene algún tipo de efecto o truco. Desde borrar al titiritero a añadir un fondo digital. De hecho, "31 minutos" tiene 370 planos de efectos y la idea era que no se notaran. "La inspiración son películas infantiles de los años 60 y 70 (como la primera versión de 'Charlie y la fábrica de chocolate' y 'La puerta mágica', de Chuck Jones)", dice Peirano. La idea es que los efectos, aunque digitales, parezcan análogos, del pasado. Y el humor, parte fundamental de los personajes, también mira a épocas pretéritas.

Nada en "31 minutos" huele a doble sentido (a excepción de una toma con Patana y un títere en impermeable). Es totalmente anti-Shrek. "Lo que usa mucho 'Shrek' son parodias a otras películas actuales, y realmente es lo más fome del mundo", dice Díaz. "Entonces acá no hay pedazos de otras películas, son cosas que pusimos porque nos gustaron de chicos".

Una película única es su especia

Cuando las películas chilenas suelen ser "al estilo internacional", "31 minutos" sorprende por ser un producto que no busca igualar a lo que sucede en el panorama del cine infantil actual. Es, al igual que Juanín Juan Harry en la cinta, un animal único en su especie. Cuenta el productor Juan Manuel Egaña: "Nos llamaron de Holanda porque querían hacer una película futurista con títeres. Estuvieron averiguando y cacharon que éramos lo únicos del mundo haciendo títeres. Islandia, con 'Lazytown', hace buenos títeres y en EE.UU. hay programas así, pero en términos de película, parece que somos los únicos".

Pero para revivir el espíritu y la estética del pasado, hubo que trabajar bastante. E invertir otro tanto. Con viajes, playa, una guerra, una mansión al estilo Triviño, robots gigantes, escenas que a veces incluían hasta 80 personas, el presupuesto fue escalando de un millón 900 mil a 2 millones y medio de dólares. Esto podría sonar intimidante para los directores primerizos. "No tanto", dice Peirano: "Uno se pone como patudo".

Explica Díaz: "La mejor analogía es como los tipos que se tiran a un velero a cruzar el mar. A la primera mitad llegas, después devolverse puede ser tan complicado como llegar al otro lado".

Los rodajes se dividieron en dos partes, Chile de octubre a diciembre en 2006, y en enero Díaz, Peirano, los tres titiriteros principales y el director de fotografía Miguel Joan Littin, partieron a las cercanías de Río de Janeiro, donde grabaron en la ciudad, en entornos selváticos y una playa (nudista, pero ellos grabaron vestidos). Un importante aporte de Brasil fue Felipe LaCerda, montajista de la película "Estación Central".

En ningún minuto se escatimó en gastos. El productor Juan Manuel Egaña detalla: "Ojalá no hubiera sido la película chilena más cara porque no estaríamos tan endeudados. Pero creo que la gracia es darle con la producción el mayor vuelo posible a los guiones, a la historia, los personajes. Porque si la casa de Tulio era chiquitita no tenía gracia. El set que ves en la cinta está en Brasil, es una mansión real y es de un loco magnate alemán y es tan absurda, que sólo puede ser de Tulio. Ya, ¿hay que pagar 10? ¿15? Da lo mismo. Vimos otras alternativas que eran mucho más pencas y dijimos, no, es esa. Creo que salía como 7 mil dólares el día. O diez, no sé. Es una demencia, pero la película es demencial".

Los planes

Cuando "31 minutos" se estrene el 27 marzo, Peirano y Díaz enfrentarán el momento de la verdad. Y tendrán que probar si la enorme producción valió la pena.

Los dos quieren seguir haciendo películas. Juntos pueden hacer éstas, las grandes historias de su infancia. Y también les gustaría filmar, separados, cosas más personales (Peirano fue el guionista de "La vida me mata" en 2007). Esto no es un hobby. Pero con ese mismo tono que usan para contar historias, dicen que tampoco es que de ahora en adelante van a poner "cineasta" en el pasaporte (¿y qué ponen? "¡Periodistas!", dicen al unísono). Con 8 años de "31 minutos" , se quieren diversificar. "Queremos hacer más cosas", dice Díaz.

Por el momento, ya hay proyectos post-película, juntos. Son productores de una nueva serie de canal 13, "Chile es un país serio", y en cuanto a títeres, el servicio de impuestos internos de Guatemala les hizo un encargo después de ver "31 minutos", la serie. "Son encantadores", dice Díaz. "El proyecto se llama 'Micos y pericos' y es cultura tributaria, que es básicamente enseñarle a los niños cuál es el sentido del impuesto. Hicimos en una selva un programa de principios de economía". Armaron una selva en su estudio de Cerrillos, y por supuesto, que pusieron a Tulio y Bodoque de invitados especiales. Así que quizás, la última vez que Tulio y Bodoque tengan vida será en pantallas guatemaltecas. Pero nunca se sabe. Lo que sí, ese proyecto les permitirá a Díaz y Peirano huir sigilosamente en caso de fracaso, pues deben ir a Guatemala a estrenar la serie en abril. "Tenemos eso, para arrancar si hay problemas", dice Díaz.

"No sé si será el mejor lugar para arrancar", le contesta Peirano.

"Pero no te van a buscar ahí", concreta Díaz.

¿Y qué pasaría si la dupla se pelea? La respuesta viene dividida. Parte Díaz, diciendo con su tono de 'qué tanto': "No sé po', o sea, cada uno tiene su vida...". Y Peirano termina la frase: "... muy aparte".

"Está lo de quién es Garfunkel y quién Simon, pero ya estamos más viejos, ya pasamos la edad en que uno se hace famoso y el otro no", sentencia Díaz.

Y las canciones ¿dónde están?

Con dos discos con más de 180 mil copias vendidas, las canciones de 31 minutos son fundamentales en la franquicia. Bueno, en la película sólo hay una, que se entona sobre un yate. En un principio se había pensado añadir otra, pero Peirano y Díaz sintieron que interrumpía el hilo de la narración Pensamos que una película así, de aventuras, iba a ser aburrida con canciones, dice Peirano y adelanta: El DVD va a tener la canción que tuvimos que sacar. La película de 31 minutos tiene música incidental compuesta por Pablo Ilabaca.