A propósito de 31 Minutos (The Clinic)

Crítica de televisión

A propósito de 31 Minutos

por Lagri Mong

Llamativa es la zalagarda que ha causado el programa infantil que se transmite todos los sábados en Televisión Nacional. No vamos a repetir los meritos de esta producción, un poco porque ya han sido señalados hasta el cansancio en otros medios y otro poco porque Pedro Peirano y Álvaro Díaz, lo creadores de 31 Minutos, y Lorena Penjean, periodista del espacio, son colaboradores habituales de The Clinic. Por tanto, resulta feo el autocorneteo y el candado chino. Sin embargo, el fenómeno treintaiunminutesco no puede ser soslayado.

Sin grandes pretensiones y con apenas media hora cada siete días (la otra media hora es la repetición del capítulo anterior), la producción de Aplaplac ha roto todos los cánones de la televisión infantil chilena. ¿Y por qué? Por la sencilla razón que no está hecho por tarados para tarados. Durante mucho tiempo los programas de niños han sido absolutos vertederos de la TV criolla. Repitiendo las mismas recetas hasta el cansancio, los canales no han gastado ni media neurona en darle a los niños una programación decente. Todo se resuelve con una minita de falda corta, un par de sacos de huevas con disfraz de animal y desempolvar monos animados del año de la cocoa, mezclándolos de tarde en tarde con alguna serie japonesa de estreno. Y así pasan los años. Resulta indecente que en Chilevisión todavía sobreviva El Club de los Tigritos, remedo de un programa venezolano, que a la vez era un remedo de Nubeluz, que era un remedo del Show de Xuxa. Aquí la animadora es Jessica Abudinen que, como buena continuadora de la saga, mantiene el tonito de educadora de párvulos limítrofe cuando habla a la pantalla. Abudinen es sólo un nexo para dar Pokémon o algún mono animado, y cuando interviene lo hace para recordar los méritos de algún producto, sea helado caramelo o cereal. Una promotora.

No muy lejos está Zoolo TV de Mega. Esta vez la cabeza visible es el insoportable Kiwi, quien pasó de hacer periodista payaso a animador infantil payaso, lo que no es un avance. Aquí el cuento es un poco más complejo pero el resultado es el mismo. Se trata de hacer nexos entre dibujos animados y para eso el Kiwi se armó de un zoológico miserable. Tipos mal disfrazados, sketchs indignos de un liceo, menciones comerciales cada dos palabras, una basura completa. Los monos en pantalla carecen de todo arte y cariño en su elaboración y a lo más producen espanto. Como si esto fuera poco, Zoolo TV apela al clásico ballet pre-adolecente, para calentar a los niños que recién descubren la masturbación. Del Trece ni hablar, ahora recién tienen una franja programática infantil sábados y domingos cuyo parecido con Tronia de TVN es tran pronunciada, que se puede hablar de plagio descarado. Sin embargo, copiaron sólo la continuidad, ya que Cubox, así es como se llama, sólo es una vil disculpa para enhebrar las tandas de dibujos animados. Televisión Nacional no se escapa de la reprimenda. Salvo 31 Minutos, que lo financió un fondo estatal, su programa Tronia es apenas una continuidad de caricaturas. Al menos, sacaron de pantalla el impresentable Estación Buena Onda, un programa infantil que entra en el decálogo de lo peor en la historia de la televisión chilena. Ahí los protagonistas eran los hijos de connotadas figuras de Canal 7, casi un acto de corrupción. En definitiva, bastó media hora a la semana de 31 Minutos, para darnos cuenta lo mal que trata la televisión a los niños de este país.