31 Minutos, un orgullo para la televisión chilena (fotech.cl)

31 Minutos, un orgullo para la televisión chilena

Si se desea que surjan nuevos fenómenos como "31 Minutos" que le suban el pelo a la TV chilena, se requieren espacios en los cuales los nuevos creadores puedan desarrollar ideas sin la presión de la sintonía fácil.

Por Nerdy

Hace casi dos semanas salió al mercado el segundo disco de "31 Minutos" llamado "31 canciones de amor y una canción de Guaripolo". En poco tiempo logró vender la friolera de 20 mil discos, con lo que se se hizo acreedor a Disco de Platino. Esto indica a las claras que, aunque el fenómeno ya no es tan fuerte como el año pasado, el exitoso programa infantil de TVN mantiene una importante vigencia en los televidentes, en especial en el ejército de seguidores incondicionales que siguen la serie. Además, Tulio y sus chicos han recibido importantes nominaciones y premios (INTE, Prix Jeunesse Internacional y ahora semifinalista en los EMMY) y están aprontándose a salir en pantalla en diversos países, y a partir de Septiembre por una de las mayores cadenas de TV infantil del mundo, Nickelodeon.

El sólo hecho que hayan surgido programas como Banana, I-Pop, Villa Dulce y otros similares, habla claramente de la influencia que ha ejercido el programa de APLAPLAC sobre la TV chilena. Y es que, en menos de dos años, han logrado redefinir la manera en que se hacía televisión para niños en nuestro país. Me atrevería a afirmar que cuanto se tenga que escribir la historia de la televisión infantil en Chile, habrá que hablar de "antes de 31 Minutos" (el Tío Memo, Mazapán, la Tía Patricia, Cachureos, el Profesor Rossa, Pipiripao, Patio Plum y otros) y de "después de 31 Minutos". Con el respeto que me merecen los otros programas y sus seguidores, nunca antes un programa infantil trató a los niños como personas pensantes ni les habló en forma asertiva y con humor; nunca antes un programa infantil trascendió al mundo adulto ni se transformó en un fenómeno de culto (tal vez el Profesor Rossa con su ya clásico "video de chascarros" logró algo así); nunca antes un programa infantil trascendió a nivel internacional de la manera en que lo está haciendo "31 Minutos". Me atrevería a decir que, si Diaz y Peirano siguen haciendo las cosas bien, este programa podría perfectamente llegar a ser nuestro "Plaza Sésamo" o incluso nuestro "Chavo del Ocho".

Este programa es un verdadero "Caballo de Troya" televisivo. Tiene estructura de programa infantil, personajes de programa infantil y funciona como programa infantil. Pero detrás de todo esto hay notables muestras de ironía, acidez, crítica, sarcasmo y "guiños" a la cultura pop y televisiva que atraen a los más adultos, en especial a los que estamos en torno a la treintena. La diferencia con Banana, I-Pop, Villa Dulce y otros es notable. Sin encontrar malos ninguno de esos programas (se nota que hay más trabajo e ideas que en esa copia "al peo" que fue M.O.N.O.), y reconociendo que constituyen un avance notable, en especial en cuanto al desarrollo de dibujos animados "made in Chile", pienso que ninguno de ellos está en condiciones de siquiera eclipsar el fenómeno de "31 Minutos". Tanto es así, que los análisis en torno a la segunda temporada del programa se han hecho en comparación con la primera temporada, y no con sus eventuales competidores.

Creo que la segunda temporada el programa se ha caracterizado por una mayor complejidad y adultez en sus contenidos. La vara dejada por la temporada anterior quedó altísima, y por ello puede parecer que hubo un bajón. Sin embargo, creo que el programa ha mejorardo su calidad. Algunos capítulos de esta temporada han sido simplemente memorables: el homenaje al Tío Horacio (evidente parodia del tío Memo); el de los ejecutivos japoneses (notable la manera en que hicieron programas de TV "a la japonesa"); la jocosísima versión del Quijote de la Mancha, etc. Notable ha sido la aparición de Guaripolo, el "personaje favorito de los niños de 31 Minutos", una asertiva parodia de tanto personajillo chanta que pulula por nuestras pantallas, que se cree ídolo de multitudes siendo que en el mejor de los casos es un perfecto desconocido (Emeterio Ureta).

Aunque sin llegar al fenómeno de las canciones de la primera temporada, las de este año son sumamente interesantes: "El Dinosaurio Anacleto" es una lograda alegoría sobre la soledad de muchas estrellas del mundo del espectáculo; "Objeción Denegada" es una gran parodia a los cantantes de Reggae tipo "El General"; "Nunca me he sacado un siete", "Papá te quiero" y "Rin Rin Raja" aluden a sendos recuerdos infantiles; "Doggy Style" es una joya sarcástica (dice "...y un montón de basura dan en la televisión" mientras en el video aparecen imágenes de SQP); "La Señora Interesante" es un tema rock al más puro estilo de Fito Páez; "Calurosa Navidad" es el primer villancico compuesto para el hemisferio sur del planeta; "El arrepentimiento de Juan Carlos Bodoque", un tema divertido con un evidente guiño a "Getsemaní" de "Jesucristo Superstar"; "Severlá" es la locura misma; "Boing Boing Boing" un buen complemento a la parodia del tío Memo, etc.

En mi opinión, "31 minutos" es el mejor programa de la TV chilena en estos momentos, y un motivo de orgullo para la industria televisiva nacional. Ha demostrado que la televisión es más un problema de ideas y creatividad que de recursos. En esta última década han existido muchos programas que se han gastado la plata que no tienen en contratar estrellas internacionales y en crear escenografías monumentales. Sin embargo, Diaz, Peirano y sus chicos han logrado, con genialidad, trabajo, un montón de títeres baratos, cachivaches varios y algo de dinero (que siempre es necesario, pero no suficiente) crear un verdadero fenómeno de calidad, y uno de los pocos programas con valor agregado de la TV chilena en estos momentos.

Creo que este programa y otros hechos demuestran que ese verdadero experimento televisivo al aire que fue "Rock & Pop TV" no pasó en vano. Aunque desde una perspectiva inmediatista el canal 2 fue indudablemente un fracaso comercial y un desastre administrativo, televisivamente permitió que muchos de los que hoy "la llevan" en la TV chilena dieran sus primeros pasos y tuvieran un espacio para aprender de sus errores, adquirir una experiencia valiosa que no hubieran podido lograr en los canales grandes y, sobre todo, desarrollar su propia manera de hacer televisión. Aparte de los creadores de "31 Minutos", muchos rostros importantes han salido de allí: Sergio Lagos, Consuelo Saavedra, Maritxu Sangroniz, Margarita Hantke, Soledad Onetto, Iván Valenzuela, Juan Andrés Salfate, Montserrat Alvarez, Carolina Del Piano, Martín Cárcamo, José Miguel Villouta, Juan Manuel Astorga, Marcelo Comparini (que aunque no nació en ese canal, logró su mayor éxito televisivo con "Plaza Italia"), etc. Además, mucha de la gente que pasó por ese canal ha destacado en otros ámbitos, como el Rumpy en la radio, Rafael Gumucio en la literatura, Angel Carcavilla en la publicidad y una parte importante de los colaboradores del "The Clinic".

Esto mueve a reflexionar acerca de lo peligroso del cortoplacismo imperante en la TV actual. Lamentablemente, la aguda competencia a toda hora y las exigencias de rating impiden que proyectos novedosos e interesantes puedan crecer y desarrollarse, y es así como se pierden programas valiosos como "Pantalla Abierta". Esto lleva a que el nivel de creatividad de los canales disminuya notablemente, lo que se traduce en la copia o "evidente inspiración" en programas de la competencia ("Vamos Chile", "La Última Tentación" y los ya citados "Banana", "I-Pop" y "Villa Dulce"), en la compra de formatos de programas extranjeros (Reality Shows, "Quien quiere ser millonario", "El rival más débil", "Trato Hecho", "CQC", etc), y en la poca generación de ideas originales ("Vértigo", "Acoso Textual" y no mucho más).

El hecho de que, para encontrar propuestas novedosas, tengamos que recurrir a la televisión por cable ("El Interruptor" y "Cabra Chica Gritona" en Vía X) o a programas freaks de bajo presupuesto en canales chicos ("Algo en común", "La hora de Jorge Castro de la Barra" y "El Show de Benni" en UCV-TV) indica que el cortoplacismo le hace mal a la TV chilena, y de que se necesitan espacios para dejar que ciertas propuestas crezcan y maduren. El mismísimo "Mekano" (con todo lo detestable que es) se demoró cinco años en llegar a ser el fenómeno que es ahora.

Si se desea que surjan nuevos fenómenos como "31 Minutos" que le suban el pelo a la TV chilena, se requieren espacios en los cuales los nuevos creadores puedan desarrollar ideas sin la presión de la sintonía fácil. De lo contrario, nuestra TV va a seguir en su actual estado de estancamiento.