Bailen sin cesar... y ojalá sin sus Fans (www.fotech.cl)

Bailen sin cesar... y ojalá sin sus Fans

Por L. A. Rojas

Y sería. Segunda temporada de 31 Minutos, la revelación televisiva del los últimos años con peculiares resultados tanto a nivel televisivo como económicos, con una fuerte entrada en la cultura pop y, en especial, como captador de un tipo de persona peligrosa y dañina para cualquier producto blanco y con proyecciones de crecer.

Pues claro. Muchos hablan de sobresaturación del mismo, que está fome, repetitivo, que las canciones están aburridas, que era mejor Banana, (no, nunca tanto) que los efectos especiales son “mulas”, que los chistes no están tan wenos que esto, que esto otro, etc.

Pero la cosa no es así. No es un programa en retroceso, de estancamiento o agotamiento de ideas como más de algún exagerado e histérico ha llegado a plantear, sino que lo que vemos es un tropel de fans, seguidores, y una gran cantidad de poseros mediáticos que han perdido completamente la noción de un producto, (si alguna vez lo tuvieron claro) el cual claramente tenía otro horizonte y fin.

Y ahí vamos. Un programa que en un inicio tenía clara y neta orientación infantil, pero que dado su gran éxito en todo ámbito, ha debido moldearse para dar en el gusto a un séquito hambriento de taquilla, de moda, seguidores de una masa irracional e incomprensible en muchos aspectos. El resultado de todo fenómeno de estas características.

Y claro, la sintonía no ha sido la misma, ahora no vemos el mismo fervor, las buenas palabras hacia el programa son más tímidas, los topics del mismo tienen menos movimiento, el álbum se vende menos, los productos con el logo no llaman tanto la atención, se escuchan menos ring tones de Bailen sin Cesar, cambiaron el nick en el Messenger de Tulio Triviño por el de alguna frase rebuscada de algún poeta o de Paulo Coelho, etc.

Pero los culpables están calladitos. Criticando siniestramente en las sombras, escondidos bajo parches, máscaras o hasta con vergüenza en casos extremos.

¿Donde están todos los fieles seguidores? No se bien en realidad, lo que sí tengo clarísimo es que muchos de ellos andan por ahí cambiando los ring tones de 31 Minutos porque ya no está tan de moda y ya no “pega” mucho; hirviendo teteras para lograr sacar las calcomanías o adhesivos. Entre otras blasfemias de grueso calibre… ¡Oh no! Quizás ya no están llevando a sus respectivas fiestas el disco (más encima, pirateado) de 31 minutos y como les era muy difícil bailarlas, las cantaban todos juntitos de la mano en una ronda imaginaria y que tenía un factor común: siguen algo que a sus pares gusta, pero que en el fondo no saben bien que es. ¿Habrá algo más patético que fiesta con música de fondo de 31 minutos? Sí, sólo quien disfrute en ella.

Ahora es cuando me pregunto. ¿Cuántos de ellos se dieron cuenta que el programa era dirigido a los niños y tiene un gran potencial cultural que por culpa de esta moda realmente vergonzosa, esta temporada ha bajado ostensiblemente? No llegando a ser malo, sino que lejos de la gran calidad del año pasado.

Pues este año se ha visto cómo lamentable y penosamente el programa ha intentado infructuosamente adecuarse a los viejos hediondos y peludos que poco menos esperan un Jappening con Ja de títeres y que esperan la aparición del muñeco “Che” Copete. De cómo ha debido rediseñar un estilo para llenar en el gusto a todos y descuidando la esencia ingenua, inocente, irónica y llena de un humor blanquísimo pero inteligente, pero no, ha debido adecuarse a mentes ya no tan inocentes que necesitan urgentemente de algo para comentar mañana, de fotos para su avatar, de personajes para sus nicks, de sentirse parte de un carro que ni siquiera comprenden, pero que les gusta sentirse acuerdo a unos tiempos en que la marginalidad de este tipo, la mediática con todas sus luces, sería casi una dejada de tren en cuanto a las relaciones sociales se refiere. Y tendrían un par de canciones menos para tararear además. ¡Y lo que es peor!, la plata de los títeres callejeros probablemente la gasten en mala vida y la boten de una, y esa cínica e hipócrita parada de que “les recordaba la infancia” se vaya al tacho de la basura. Con el pucho en la boca y la chela en la mano escuchando “Yo nunca vi Televisión” de Tommy Rey. ¿O acaso tiene otra explicación la inclusión del legendario músico en un disco “infantil”?

Es más, perfectamente podríamos hacer una encuesta entre este tipo de “fanático” que tanto mal hace, en cuanto a cada programa y tengan la seguridad que a lo mucho recordarán las canciones del ranking y alguna que otra talla. Pero del aporte cultural, de la nota verde, bien gracias. Aprovechan de ir al baño en ese rato y de destapar otra cerveza.

Este tipo de fans, el “posero” de época, es sumamente dañino para la identificación de un programa de estas características, pues con su banalidad, frivolidad y ese afán de festejar todo, no hace más que imponer una presión que no debería y con ello tenemos los resultados de esta temporada.

Estos poseros parásitos de la moda, de seguro no se dan cuenta del daño causado, deben creer que el programa nació para complacerlos, para matarlos a carcajadas, para regalarles canciones para uso simplista y lo peor, es la gran mayoría de los seguidores de este clan de títeres y muñecos varios que lo único que pretendían eran enseñar de forma entretenida a los niños de nuestro país que tan abandonados están en la TV. Pero no señores, el clan de vejetes ya corruptos y lascivos de vanidad y nihilismo crónico, han impedido este crecimiento y apoyan un retroceso para satisfacerles su hambre de mediocre entretención.

Por eso sólo espero que 31 Minutos olvide a este grupito, que haga oídos sordos de las bocanadas de todos estos personajes que sólo pretenden destruirlos y que retome la artesanía y cuidado de sus programas, que vuelva totalmente al camino con el que lo conocimos y que enseñando, que siga entreteniendo, siga ironizando, siga a los niños agilizándoles la mente y por sobretodo, que mantenga firme su propuesta y que si pueden “Bailar sin Cesar.”… con mayor razón, ojalá sin sus fans.