¿Qué es calidad en relevisión infantil? El caso de 31 Minutos (comminit.com)

¿Qué es Calidad en Televisión Infantil? El Caso de 31 Minutos

CV Autor:

Alvaro Díaz González es periodista de la Universidad Católica de Chile. Director, realizador y guionista de numerosos videoclips, documentales y series educativas. Desde el año 2002 dirige 31 Minutos, serie infantil ganadora del Fondo Concursable del Consejo Nacional de Chile, y actualmente transmitida en Chile, Colombia, Panamá, Venezuela, Ecuador y el canal por cable Nickelodeon. 31 Minutos ha sido merecedora de reconocimientos tales como el Primer Premio y Premio Especial del Público del Festival Prix Jeunesse Iberoamericano; Premio Apes; y el Premio al Mejor Programa de Televisión del Círculo de Críticos de Arte.

Resumen:

El documento resume la experiencia de 31 Minutos como realización y el concepto de calidad implícito en todos los procesos de producción. La presentación fue hecha por uno de los directores del programa, durante el Seminario Calidad y Mercadeo de la Televisión Infantil, realizado durante la IV Muestra y Seminario Internacional. "Compromiso por una TV de Calidad para la Infancia en Colombia" (30 de agosto - 3 de septiembre de 2005. Bogotá, Colombia).

Me pusieron algunos puntos que son: criterios creativos e impactos esperados, mecanismos de evaluación, enfoque temático y rol de la investigación en el desarrollo del formato. Tan claros no los tengo, básicamente mi labor es la de realizador y puedo contarles desde una experiencia puntual cómo ha sido esa labor según un proyecto personal.

Estuve haciendo alguna reflexión pensando en qué era la calidad en televisión. La calidad de televisión infantil no se distingue en nada de la calidad de cualquier tipo de producto. Calidad es algo original y bien hecho. Quizá uno paga más en un restaurante donde cocinan mejor y se compra zapatos donde son más caros pero duran más, es un poco simple la reflexión pero al final es eso no más, es una suma de talento, experiencia, trabajo y tiempo.

Como realizador uno se convierte en una lucha permanente por tener más tiempo. Mientras más tiempo hay mayor reflexión, hay mayor capacidad de revisar lo que se está haciendo y de poder obtener un producto con el que uno esté muy satisfecho. Y tiempo es dinero, lamentablemente.

Lo que pasa es que un realizador, alguien que inventa historias, que elige un formato como la televisión o un libro o el cine, inmediatamente se transforma por necesidad en enemigo del productor ejecutivo para quien trabaja, uno siempre tiene el deber de exigir más de lo que le pueden dar. En el caso mío el productor es mi primo, es compañero de universidad y socio, pero dentro de un trabajo de realización es mi enemigo porque yo tengo que inventar las triquiñuelas para que un programa que tiene determinado presupuesto y determinado tiempo de realización aumente esa cantidad.

Un realizador, un director, es alguien que no puede estar al tanto de los negocios que se hacen con su trabajo o tiene que estar lo más al margen posible porque son cosas contradictorias. No puede estar en la misión de crear una buena historia y de montar el mejor trabajo, pensando en que va a salir más costoso o que la repartición final va a ser menor. Esas son miserias que uno tiene que obviar. Lo más complicado para uno que es dueño de su programa es que si el día de mañana quiere hacer una escena en un avión, ese avión tiene que pagarlo del dinero que posiblemente entraba a su bolsillo y que servía para comprarse una casa en la playa.

Son opciones que se deben tomar. Yo me he dado cuenta que para hacer el trabajo que uno quiere y que eso sea considerado de calidad por otra persona, tiene que arriesgar muchas veces su propio beneficio y por lo tanto mi mayor consejo es no tener conciencia de esos beneficios que uno está teniendo.

Luchino Visconti , director de La Muerte en Venecia y El Gato Pardo, tenía una muy buena idea que era incluir en todos sus proyectos de película una escena de baile. Estas escenas tienen ese gran don: que no sirven para nada y son carísimas. Su película valía por ejemplo 50 millones de dólares.. los productores decían: pero aquí hay una escena de baile que vale 5 millones y Visconti pedía que por nada del mundo la fueran a quitar. Luego se peleaba, se agarraba todo el mundo y al final decía: voy a hacer un gesto de generosidad “no va la escena de baile”. Y él sacaba su escena y se quedaba con todo el resto de la película que era lo que le interesaba.

Uno como realizador tiene que inventar un montón de estrategias para que su idea quede lo mejor plasmada posible en la pantalla, al costo que sea.

Quiero pasar ahora a lo que imagino que más les interesa, respecto a la experiencia de 31 Minutos como realización. Somos un equipo que partió de 3 personas, ganamos un concurso del Consejo Nacional de Televisión de Chile donde al final contamos con un presupuesto para 20 capítulos de 150 mil dólares y un tiempo de trabajo aproximado de 10 a 12 meses. Tuvimos mucho tiempo de ensayo y error, pudimos trabajar con la máxima libertad posible y esa máxima libertad exige la máxima disciplina.

No éramos titiriteros, por lo tanto no sabíamos hacer títeres ni nos interesaba el trabajo del clásico titiritero que es super-teatral, expresivo y medio dramático, sino que queríamos hacer títeres de cumpleaños de estos que tienen una expresión muy tosca.

Para complementar el proyecto elegimos personas que nunca habían hecho televisión, de un colectivo que se llama La Nueva Gráfica Chilena, y del cual nos pareció muy interesante su trabajo gráfico. Habían hecho algunos videos, algunas cosas, trabajaban con calcomanías y todo un asunto estéticamente muy interesante. Como nosotros algo sabíamos de televisión, queríamos darle una narración a este asunto y necesitábamos inventar cosas donde la originalidad fuese un punto fundamental. Y así empezamos a trabajar con elementos muy simples, se fueron armando diferentes secciones en el programa que básicamente tiene una estructura tradicional.

Cada capítulo de 31 Minutos cuesta aproximadamente 15 mil dólares. Para una temporada de 15 programas nosotros empleamos 8 meses. Somos un grupo de 6 o 7 personas que hacemos todo lo que tiene que ver con actuación, dirección y realización. El equipo de arte trabaja paralelo interpretando tareas permanentemente que tienen que ver con la construcción de títeres, escenarios, etc. Antes de la temporada se hace una reunión en la playa que tiene todo el contexto que se pueden imaginar para poder inventar cosas. Se llevan algunos temas, historias que queremos contar y el trabajo parte por establecer la historia general.

Cada capítulo se estructura a partir de una idea y las notas se hacen aparte. Dirigimos dos personas que siempre hemos trabajado muy de la mano. Pedro Peirano, el otro director, escribe el guión del capítulo que luego reforzamos entre todos y las notas se entregan a cada uno del grupo de 5 personas, tenemos un asistente de dirección que también participa en esa realización. Y por otro lado se entregan los guiones al departamento de arte que tiene que construir los escenarios.

Es un trabajo muy disciplinado y muy ordenado, en paralelo va funcionando todo un sistema, no es algo que uno va grabando linealmente sino que se estructura a partir de diferentes cosas, las notas quedan a cargo de distintas personas y por lo general cada uno de los 5 guionistas se han convertido en realizadores que dirigen toda la nota hasta su montaje.

Las notas verdes

La Comisión Nacional del Medio Ambiente de Chile (CONAMA) nos permite hacer este tipo de notas que son muy costosas, tenemos el financiamiento pero nosotros exigimos cierta independencia. A veces es complicado el tratamiento de algunos temas. Hace poco nos sucedió con una matanza de cisnes o con una empresa de celulosa que tiró residuos al río, o la tala de bosques nativos.

Uno en ese sentido tiene que ser bastante consecuente y hablarle a los niños de una forma clara y precisamente por eso Bodoque en Chile es un símbolo de la defensa del medio ambiente. Un caso emblemático en el país es el tema de la construcción de la Represa Ralco, que se hizo en territorio perteneciente a la etnia original chilena. La noticia es que por ser una reserva natural todo el proceso se había convertido en una negociación muy complicada. Y Bodoque al enfrentar el tema no se dedicó a criticar a la construcción de una represa y caer en el discurso fácil de defender el medio ambiente, sino en plantear la pregunta si el progreso que nosotros mismos estamos utilizando justifica este tipo de costos.

Narrativamente Bodoque tiene mucha libertad y pasa de notas serias o contemplativas a circunstancias bastante graciosas. La nota verde es muy útil en términos narrativos, el programa para un rato y después vuelve a su ritmo retomando el tema central. También es un ejemplo de cómo nosotros hemos buscado distintos tipos de cooperación para construir un programa que satisfaciendo algunos intereses no perturbe la idea original que tenemos.

En cuanto a la parte técnica también hemos tenido que idear cosas. En una ocasión hicimos una nota sobre el Parque Nacional Archipiélago Juan Fernández, un sitio bastante aislado como a cuatro horas en avión. No sabíamos como hacerlo y contratamos a una persona que hace grabaciones submarinas pero que no había hecho títeres. Lo que hicimos fue llevar tres modelos de Bodoque distintos, tenían características más o menos iguales pero había uno al que se le podía meter la mano, otro que venía con peso y otro para hacer las escenas secas.

Le amarrábamos hilo de pesca y lo tirábamos desde un bote y teníamos que ir al mismo ritmo de los peces. El problema era tirarlo para abajo y desde arriba manejar las gestualidades, a veces tenía mucho peso en el estómago y se volteaba entonces tenía que bajar el buzo y cuadrarlo para poder tener primeros planos. Y además asociarlo con los peces para que se entendiera que no estábamos usando imágenes de archivo sino imágenes registradas por nosotros que era lo realmente valioso.

Y en esa grabación sólo hasta la noche sabíamos cómo estaba el material porque mandábamos a un tipo que nunca había grabado un títere y nosotros poníamos a Bodoque lo más cerca del bote para ver cómo nadaba pero no sabíamos cómo funcionaba 10 o 20 metros abajo. Para armar cinco minutos grabamos 4 o 5 horas por lo menos.

Hay otra nota en la que se incluyó el uso de armas. Nosotros qué hacemos: exageramos el chiste para que parezca lo más burdo posible, están disparando a un grupo de animales en peligro de extinción, que es lo más horrible que alguien podría hacer. Y nosotros creemos que ese mensaje es tan claro que no contiene la dosis de violencia que podría tener. Ellos están tirando balazos y cosas que es algo que los niños ven a cada rato, pero dentro de un contexto especial y jocoso que hemos creado.

La idea es no tener ese marco moral de decir: "aquí no aparecen armas porque las armas son terribles", sino en el fondo es ponerla en un contexto en el que está explícito el sentido del chiste, que jamás quede duda que lo que ahí se está haciendo es completamente imbécil, en un contexto ya imbécil que es estar tratando de hacer un programa educativo sin haber leido nunca un libro.

Otra cosa de las que tenía pensado hablar es que todo esto tiene un montón de consecuencias. A parte del programa han salido discos, Bodoque tiene dos libros publicados ya, y para nosotros es muy importante que sean formas de acceder al programa, a través de la compra de un libro o un juguete o un disco. Nosotros participamos directamente en la producción del disco y queremos que sea un buen producto y le metemos cosas, tratamos de que la carátula sea bonita y que tenga información.. que sea un agrado comprarlo. Si hacemos un libro, que esté muy bien diseñado, con papel de calidad, de buena impresión y que los contenidos sean buenos.

Yo creo que uno tiene que entender que a través de todo está expresando su programa. No se puede decir: yo hago un programa de televisión por lo tanto el resto no me interesa, sino tratar de que siempre se esté expresando en los otros productos el mismo espíritu que uno intenta poner en la televisión, y contratar gente que también esté alineada con esa idea.

Ana Helena Meirelles hablaba del tema de evaluación, sobre cómo se puede evaluar este o cualquier programa como uno de calidad y alguien preguntó dónde quedaba el entretenimiento en su desglose super-racional. Pero si uno mira 31 Minutos u otro tipo de programa que quizá encuentre interesante, se va a encontrar con elementos que Ana Helena nombraba como generar curiosidad, no ser vulgar, ser atractivo, sentido crítico, mostrar la realidad, tener fantasía y al final eso se resume en entretenimiento. No con gente bailando y animando como porristas sino como algunos creemos que es, que tiene que ver con despertar algunas emociones y algunos sentimientos, que estimule y por lo tanto que despierte la curiosidad y el interés por prender la televisión.

Yo tengo muy claro que a mí me interesa la televisión como formato pero que ésta no se hace con programas en los que emplea uno ocho meses para tener 7 horas de televisión, eso es irreal. Y en ese sentido prefiero no ser tan crítico o displicente con la gente que hace televisión todos los días. A mí no me agrada trabajar en ella pero la veo y a veces encuentro que hay cosas muy buenas y cosas muy malas.

Esta no es televisión para hacer todos los días, reconozco que a veces en algunas situaciones es un lujo y me interesa porque el formato me permite comunicarme y tener un programa de televisión. Pero obviamente es otra la discusión que hay que tener cuando se trata de llenar 14 horas al día, todos los días, todas las mañanas. Esa es una discusión en la que yo ni siquiera participo.

Preguntas del público

¿La parte del merchandising hace más rentable el programa?

Alvaro Díaz: Como hablaba Ryah Shiotani, el negocio efectivo de este programa es el merchandising. Se venden muchos productos, hay hasta champú de 31 minutos en Chile. En lo personal si hubiese estado más conciente del asunto no habría salido porque me parece que es una estafa. O a veces uno hace un contrato con una fábrica de calcetines y se da cuenta que lo único que hicieron fue poner un cartón que dice 31 Minutos pero el calcetín es el mismo y por eso cobran más. A mí me parece que eso es un engaño.

Me pasa que yo tengo un hijo, mi mujer tiene dos sobrinas y la otra vez les compramos unos rompecabezas de 31 Minutos y estaban mal hechos. Uno lamentablemente no puede ser responsable de todo y eso a mí me duele mucho, preferiría no ganar ese dinero y siempre hacer cosas que me satisfacieran.

Pero al final de pasar por un montón de angustia, de histeria y un montón de peleas uno aprende que hay que hacer lo mejor posible. Lo mejor posible es tratar de estar encima de casi todo sin volverse loco, entender que a veces los negocios funcionan así y uno tiene que aceptar que van existir productos de 31 Minutos, pero proponiendo también cosas.

Este programa se financia con lo que paga Televisión Nacional de Chile pero por lo general nos pasamos de ese presupuesto largamente. La venta a Nickelodeon es nuestro negocio y a ellos también les interesa el merchandising que se pueda hacer en otros países. Es la realidad de los programas.

¿Cuales son los libros que han publicado?

A.D.: Son El Libro Verde de Juan Carlos Bodoque: diario de ruta de un periodista estrella, y El Libro Rojo con tapa verde. Han salido dos y reúnen todas las notas verdes del año, tratadas a mayor profundidad. También para esto recibimos el auspicio de CONAMA.

¿Cómo es el lenguaje en Nickelodeon. Cómo han manejado aspectos como el doblaje o el acento?

A.D.: Se cambiaron algunas palabras, muy pocas. Nosotros concientemente incluso antes de Nickelodeon empezamos a pronunciar mejor porque creíamos que eso mejoraba el programa y esto nos ayudó mucho a no tener que doblar tanto. Se mejoraron cosas que no se entendían, pero Nickelodeon ha sido muy respetuoso de nuestro trabajo. Nosotros queremos que sea un programa con chilenismos y que tenga su lenguaje propio como cuando uno escucha el Chavo del 8 o Betty la Fea. También porque creemos que los chilenismos son absolutamente viables y tratamos que mantenga su carácter chileno.

Ustedes graban directamente el audio?

A.D.: Se trata de hacer todo el audio directo, por lo menos hacer referencia de casi todo, tratamos que todo se grabe con referencia, con las voces originales. Yo hago a Bodoque y sólo falté a una nota cuando nació mi hijo, es la única vez, porque si no pierde su personalidad. En el caso de Tulio, que es Pedro Peirano, cuenta con la ayuda de la persona que maneja el títere que ya sabe la inflexión de su voz. Entonces en su ausencia él pasa a ser Tulio, otro hace la mano y luego Pedro lo dobla.

El equipo se conoce muy bien y eso permite hacer muchas cosas. O a veces pasa que tienen que conversar dos personajes con la misma voz, es el mismo intérprete y también uno ya tiene los ritmos claros de diálogo. Se ensaya una o dos veces y después se hacen las dos voces sin problema.

Ustedes tienen asesorías pedagógicas para la realización de 31 Minutos?

A.D.: Nuestra mayor fuente es el sentido común. Al comienzo querían darnos asesoría y el mayor argumento fue decirles: "sabés que yo fui niño hace algunos años, así que tengo algún conocimiento en el asunto y si juntamos ese conocimiento de varias personas puede que sepamos algo de ser niños". Entonces apelamos a ese tipo de conocimiento.

31 Minutos es un programa de ideología infantil. Nosotros hacemos un programa de adultos hacia niños, hablándoles como adultos con cosas que creemos que los niños entienden y les gusta. Digo ideología infantil en el sentido que los niños son curiosos, son gratuitos, establecen que son posibles ciertas imposibilidades, entonces nosotros nos metemos en ese marco. La asesoría pedagógica por lo general tiende a aburrir y aburrir es el mayor pecado que se puede cometer, porque a uno no le pagan para aburrir. Claro que uno puede aprender un par de cosas a través de estas asesorías, tampoco se puede caer en cierta soberbia, pero hay que estar atento a la información que nos están dando.

Yo creo que la mejor información que nos dieron eran estos estudios que habían hecho donde el resultado era que los niños consumían todo tipo de televisión. Uno no podía presumir, pero es un hecho que los niños ven teleseries, ven noticieros.. etc. y así como sucedía eso, entendimos que se podía usar distintos formatos y distintas cosas que ya eran bastante reconocibles para ellos.

Los estudios de "tweens" y esas cosas no me llaman mucho la atención. A mí me encanta por ejemplo Roald Dahl, escritor de La Fábrica de Chocolate, por la ideología que tiene de los niños, como ve a los niños, con la maldad de ellos pero también con su astucia y un mundo muy bonito donde son los personajes más inteligentes de sus libros. Me encanta también Jim Henson con Los Muppets. En el fondo yo creo que es saber que los niños son tu público, que uno se debe al público y debes darle lo mejor posible.

Durante el tiempo que llevan al aire han tenido alguna crítica fuerte por la forma como han manejado algún contenido y cómo lo han enfrentado?

A.D.: Sobre contenidos no. Te iba a contar que en Chile hay un proceso de apertura que es bastante útil para hacer este tipo de cosas. Yo pensaba quizá que en Colombia o en México un tema como el de las armas puede ser muy fuerte. En Chile no es un tema todavía, allá hay armas claro, pero no es un tema que afecte a los niños. Uno entraría por ejemplo a pensar en esa escena porque se puede volver contraproducente, pero críticas puntualmente no hemos recibido.

Pero sí te puedo contar una experiencia que para mí es la más gratificante de hacer este programa. A nosotros nos fue muy bien en el año 2003, fue un fenómeno que jamás contemplamos. Y cuando a ti te va bien y cuando todos te adulan tú crees que eres muy bueno pero uno tiene que mantener cierta calma. Nos ganamos el Prix Jeunesse en Santiago y fuimos a Munich a presentarlo, pero es allí donde uno empieza a ver televisión realmente buena. El programa ahora es mucho mejor que el que llevábamos –yo siempre he tenido esa disculpa-, llevamos un programa que además no nos gustaba pero era uno de los programas al que le había ido bien y por lo cual habíamos recibido muy buenas críticas.

Y en el Prix Jeunesse de Munich tú empiezas a ver tu trabajo en el contexto de programas realmente buenos y te empieza a dar una desazón, te empiezas a deprimir mucho y a sentir que te queda todavía mucho por hacer. Y es la angustia permanente del latinoamericano frente a Europa porque tú ves que hacen cosas increíbles, cosas maravillosas. Claro, luego te dicen... oye qué encantador el calcetín, es simpático.. oye y con poco dinero.. y esas cosas.

Pero esa experiencia es una lección de humildad que a uno lo pone en su sitio y le sirve para saber que hay un lugar donde puede apuntar. Ojalá uno llegue por lo menos a los talones de ese lugar pero aquí no hemos llegado a ningún techo. Hemos ganado dinero, nos ha ido bien y hemos tenido buenas críticas pero uno sabe que tiene que seguir trabajando mucho, tiene que seguir aprendiendo mucho sin perder el norte porque aún no ha llegado a ninguna parte.

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Fuente:

Televisión de Calidad. IV Muestra y Seminario Internacional. "Compromiso por una TV de Calidad para la Infancia en Colombia" (30 de agosto - 3 de septiembre de 2005. Bogotá, Colombia).

En La Iniciativa de Comunicación desde octubre 12 2005.

Actualizado en octubre 12 2005.