Linkodromo: Quiero ser niño (emol.com)

Viernes 30 de mayo 2003

Quiero ser niño

- Peirano. Te estoy llamando por el mail que te mandé el otro día.

- Ah, sí. Puedes ir este martes. Vamos a grabar un capítulo especial del programa.

- Excelente, muchas gracias. Nos vemos allá.

Pedro Peirano es uno de los creadores de 31 Minutos, el otro es Álvaro Díaz, su inseperable amigo.

Yo a esta dupla ya la admiraba desde los tiempos de Plan Z, Gato por Liebre y el Factor Humano.

Pero ahora, con 31 minutos este par de muchachos han pasado a convertirse en maestros absolutos, verdaderos artistas que junto a un grupo de amigos construyen obras de arte en medio de ese vertedero en el que se ha convertido la televisión chilena.

Ese martes, me acerco a TVN silbando y cantando el tema central de este noticiario delirante protagonizado por un grupo de sicodélicos personajes que espero hayan llegado a la televisión para quedarse.

Tras una serie de trámites kafkianos en la recepción de TVN, logro por fin entrar al canal y comenzar mi búsqueda desesperada de estos nuevos héroes televisivos.

En el camino pasan por mi lado el insoportable Chico Jano, el insufrible Rafael Araneda, el cada días más intragable Pedro Carcuro. Alcanzo a divisar también a la intrascendente Bárbara Rebolledo, a la lacrimógena Eli de Caso, pasan en patota los chillones concursantes de ese programilla Rojo, y así, una serie de felices personajes televisivos hinchados por el orgullo del rating, que sonríen cuando me ven con una cámara en la mano, creyendo que soy un fanático en busca de estrellas.

Pero yo los ignoro tajantemente. Porque claro, soy un fanático en busca de estrellas, pero ellos son simples funcionarios al lado del genial artista Tulio, el esquizofrénico y engreído reportero Juan Carlos Bodoque. Qué decir de Calcetín con Rombos Man (mi nuevo superhéroe favorito) y ese séquito de personajes maravillosos que ya están inscritos en la historia de la televisión chilena y que de paso le subieron el pelo a la caja idiota (que en Chile de seguro es mucho más idiota que en otros países).

Con el nerviosismo propio de un groupie, llego al estudio donde se está por grabar el último programa de 31 minutos de la temporada. Un especial que saldrá al aire en agosto y reunirá en un sólo programa todas las canciones que han ido apareciendo en el Ranking Top Top Top, de Policarpo Avendaño. Una joyita que promete convertirse en pieza de colección para los fanáticos.

El estudio está en completo silencio. Sólo falta afinar los últimos detalles.

Hola, bienvenidos al programa más esperado de la televisión, dice el inigualable Tulio Triviño con total seguridad, gesticulando con grandilocuencia. Tulio es el conductor del momento y lo sabe. Cualquier movimiento suyo hace rugir a la platea que, al igual que yo, sabe que está presenciando un suceso histórico.

Su sola presencia le inyecta calor a este estudio frío y en apariencia deshabitado.

Es la magia de la televisión: en el mismo escenario donde se graba un bodrio como éste, se factura también esta obra maestra.

Tulio hace callar a una vieja chillona que lo interrumpe, Juanín presiona a Tulio para que continúe con el programa y en un alto de las grabaciones, yo aprovecho para acercarme a Díaz y a Peirano.

Sabíamos que el programa era bueno, dice Peirano con una sonrisa gigantesca, pero no esperábamos que pasara todo esto.

Sin proponértelo te vas dando cuenta que se puede hacer lo que a uno le gusta y que funcione, agrega Díaz.

Es el tipo de programa que a uno le hubiera gustado ver cuando chico, dicen los dos casi al mismo tiempo.

Y luego hablan con orgullo del álbum de monitos que saldrá pronto con los personajes del programa y del cd que editarán en un par de meses con las todas las canciones del ranking.

Pero yo rápidamente pierdo también el interés en ellos, porque se han reanudado las grabaciones y las verdaderas estrellas están en el escenario.

Tulio presenta a Bodoque, Bodoque lo echa y se pone a mirar un soporífero video del crecimiento de un cactus. Tulio lo interrumpe de nuevo, Juanín Juan Harry pone orden y luego siguen presentando los videos de la competencia.

A pesar del frío del estudio, a pesar de que parte del equipo duerme durante la grabación, a pesar de que hay que repetir las tomas una y otra vez interminablemente, a pesar de que el tiempo de espera entre cada escena es eterno, la tarde se hace corta encerrado en este estudio. Porque resulta absolutamente estimulante estar presente en este taller donde este grupo de artesanos confecciona con sus propias manos uno de los productos televisivos más sorprendentes de los que se haya facturado en este país.

En otra pausa de la grabación, Díaz y Peirano vuelven a acercarse a seguir respondiendo preguntas, pero ya he perdido totalmente el interés en ellos, y sólo quiero aprovechar la oportunidad de despedirme de mis verdaderos héroes.

Adiós Juanín, muchas gracias por todo. Adiós Bodoque, sigue enseñándole a los niños a cuidar la naturaleza. Adiós, Tulio, eres mi héroe, el mejor artista de la televisión chilena. Ay sí ya lo sé, amigo periodista me responde Tulio y luego se saca la mugre de la oreja con un dedo y se la come a la espera de la próxima toma.

Y así me alejo del estudio, con ganas de volver a ser niño para disfrutar de este programa con la mente virgen, porque estoy seguro de que los niños que crezcan viendo este maravilloso programa serán mejores personas.