31 Minutos: Crecen sin Cesar (chile.com)

31 Minutos: Crecen sin Cesar

El fenómeno del conejo ecológico y el conductor de noticias más visto de los sábados en la mañana recluta cada día nuevos adeptos.

Desde el afiche del disco de 31 Minutos, en el Mall Panorámico, sale Calcetín con Rombos Man en persona. O sea, en mano. O sea, en calcetín. Y al verlo, la mayoría de las personas se ríe, o exclama de impresión -como yo- o se muere de ganas de tener uno igual en la casa, para ponerlo al lado del CD y de los stickers de Juan Carlos Bodoque y Tulio el ballenofóbico. Seamos honestos. 31 Minutos, más que un placer, es un vicio.

Rápidamente, apenas con unas semanas desde que estaban al aire (como diría el productor, coordinador de piso, tramoyista y prácticamente único trabajador del programa, Juanín Juan Harry), comenzaron a reclutar adeptos, y no sólo entre los niños, que son su público objetivo, sino también entre los adultos jóvenes, quienes vieron de algún modo reeditada su infancia en una versión más mordaz y divertida. Tulio Triviño pasó, gracias a sus creadores, de un muñeco simpático a un ser vivo, y más que eso, un sex simbol alternativo; Juan Carlos Bodoque, con sus chaquetas de cuero, su taquillera seriedad y sus extraños ojos (tiene uno de esos que se mueven y otro fijo), es lejos más que el reportero ecológico o el apostador de carreras de caballos.

A estas alturas, han conseguido más que ningún títere: ser récord de ventas los primeros días con el CD de los Policarpo Top Top Top Awards (ya tiene disco de platino, y es seguro que será doble pronto), auspicio y aumento de presupuesto de TVN para su próxima temporada, retransmisión durante los viernes en las noches, una nominación al Prix Jeunesse Iberoamericano, un álbum de láminas coleccionables que saldrá pronto a la venta y ser entrevistados repetidas veces por los medios nacionales más conocidos. Incluso la directora del Consejo Nacional de Televisión, Patricia Politzer, ha dicho que diariamente, al llegar a su oficina se encomienda a Calcetín con Rombos Man para cualquier emergencia.

Se trata de un verdadero fenómeno fácilmente constatable. Basta ir a cualquier disquería para ver que los discos salen como pan caliente. O poner una canción del noticiario en el trabajo para que la mayoría sonría con complicidad. Entre tanto fanatismo adulto, uno se pregunta qué pasa entre los niños y este original programa.

“Somos títeres, nada más” (pero nada menos) Para la sicóloga infanto juvenil Andrea Palacios, una de las mayores gracias del programa es que logra introducirse en el mundo de los niños. “Esos son los juegos tradicionales que tienen los niños con sus juguetes, con sus peluches, hasta alrededor de los 6 años. La gracia es que se baja a la dinámica del niño, pienso como piensa un niño y desde ahí desarrollo el programa y sus temas. Por ejemplo, en una de las encuestas que hace Mico, El Micófono se preguntaba: ¿Dónde estás, aquí o acá? Yo que trabajo todo el día con niños, esos son sus juegos. Generaron un programa que parte del pensamiento infantil, y no del pensamiento adulto. Ahí está el plus”, opina.

A juicio de la especialista, el programa funciona bien para niños y para adultos porque tiene una doble lectura. Explica que “a uno le causa risa porque la cuestión raya en lo absurdo, pero también es parte de lo cotidiano, es divertido. Los niños no le ven ese aspecto tan absurdo. En la consulta, las notas ecológicas, por ejemplo, son las cosas que le interesan a los niños, cómo te las retratan , con la gravedad que tienen.

El hecho de que los niños sean tratados como seres pensantes y no como adultos en subdesarrollo, o como incapaces de raciocinio propio, ha dado excelentes resultados, tanto en el programa mismo, con su puesta en escena simple, como en las canciones.

En este sentido, Pamela Mayer, sicopedagoga y musicoterapeuta, cree que las canciones son buenas en el sentido de que retratan vivencias muy propias de los niños, con su lenguaje y sus prioridades. “Es como lo que le pasa realmente a un niño en su mundo. Para ellos realmente es una plancha que se te salga un diente o un evento tener una muñeca. Está en el mundo de los niños de una manera súper simple. Ahora los niños tienen más acceso a otros medios de comunicación, pero en mi época teníamos que efectivamente jugar con títeres de calcetín. Alude a lo más creativo”, explica.

Y es así como no importa nada que muchos temas no sean rebuscados en términos musicales, aunque según la experta, se ríen de varios cánones rítmicos. “Las canciones podrían estar cantadas por un niño. Da lo mismo que rimen o no rimen, da lo mismo que se desafinen o no, pero también un niño canta así, no le importa tanto desafinarse, canta con el alma.”

Y mientras en muchos equipos musicales Freddy Turbina grita “no necesito ciclovías, alcalde” y el mago ruega “mi show, mi show, quiero hacer mi show”, Tulio y Juan Carlos pueden felicitarse sinceramente, porque es cierto que todo lo que tocan lo convierten en un éxito.

Ximena Jara M.