La mente detrás de 31 minutos (Infoexpress)

Pedro Peirano

La mente detrás de 31 minutos

Innovando con éxito en un área olvidada por la TV, “31 Minutos” logró convertirse en todo un fenómeno televisivo que ya lleva dos temporadas acaparando la atención de grandes y chicos. Ganadores del Premio Altazor 2004 y también de importantes galardones internacionales, la fama de este noticiario infantil ha llegado tan alto, que desde el 15 de Septiembre pasado, sus episodios se transmiten por las pantallas del canal de cable Nickelodeon para toda América Latina. En entrevista exclusiva con Chilexpress, habla el creador del programa y voz de su carismático conductor, Tulio Triviño. Lo invitamos a conocerlo.

¿Cómo nació la idea de hacer este programa?

Participamos de un fondo concursable del Gobierno, del Consejo Nacional de Televisión, que necesitaba impulsar la programación infantil. A mí siempre me interesó esta idea, pero no habían posibilidades de concretarla porque, hasta hace poco, los programas para niños no eran de mucho interés. Así es que cuando se abrió el concurso, y con todo el amor que teníamos por los Muppets, empezamos a armar un grupo en torno al proyecto. Nos dimos cuenta que podíamos hacer un programa destinado a los niños, que podíamos disfrutar haciéndolo y que por lo tanto, también podía ser visto por adultos. Finalmente, lo que comenzó como un concurso, se transformó en un programa con harto éxito, gracias al cual pudimos hacer una segunda temporada financiada por TVN.

Tú haces el títere y la voz de Tulio Triviño, quien se ha convertido prácticamente en un personaje de culto para muchos. ¿Cómo se te ocurrió hacer ese personaje?

Como todos los personajes que surgieron en el programa, Tulio Triviño es funcional. Creamos un noticiero y por lo tanto necesitábamos un conductor. Al principio era un conductor medio distraído, que daba paso a las noticias que serían el fuerte. Pero a medida que fue evolucionando el programa nos dimos cuenta que había mucho potencial para desarrollar a Tulio y a los demás personajes que lo acompañaban. Yo me fui encargando de él y lo fui transformando en algo mucho más exagerado y caricaturesco de lo que era al comienzo. “31 minutos” es como un grupo de amigos que se junta a hacer un noticiero. Tulio Triviño es un vanidoso, ignorante, a veces hipócrita. Eso tiene que ver con la personalidad que uno muestra ante las cámaras y la que tienes de verdad. Que Tulio mostrara esa dualidad lo hacía muy parecido a un personaje de la televisión.

¿Y Juan Carlos Bodoque, el conejo reportero?

Primero era sólo un periodista que trataba de ser muy serio y que hacía las notas verdes, pero en el estudio se empezó a transformar en la dupla de Tulio. Pero con diferencias: Bodoque es mucho más adulto y maduro que Tulio quien es mucho más niño e infantil. De hecho, Bodoque es un apostador.

¿Qué valores intentan rescatar y mostrar en el programa?

“31 minutos” está basado en la idea de educación afectiva, es decir, aquella que tiene que ver con que uno tiene que querer a la gente con sus debilidades incluidas. Entonces, nosotros tratamos de hacer personajes que tengan varias dimensiones: fortalezas pero también debilidades y ver como esos personajes -que son débiles, que tienen miserias, vanidades, que se topan, que se pelean pueden ser amables y quererse entre ellos. Por eso creo que “31 minutos” es valioso: porque no tiene personajes perfectos que pretendan ser un ejemplo a seguir. La forma en que ellos se relacionan, es el ejemplo. Mostrar cómo gente tan distinta puede convivir y quererse. Tratamos de que se aprenda a valorar la tolerancia.

¿Qué programas infantiles te gustaban a ti cuando eras niño?

Plaza Sésamo, el Show de los Muppets, Super Pollo, en general programas que fueran locos. A veces habían cosas que yo no entendía, pero no me importaba porque le daban un color y un sabor que sabía que algún día iba a comprender.

¿Y eso trataste de traspasar a “31 minutos”?

De la mejor manera posible. Es que en el fondo la idea era que también nosotros lo pasáramos bien haciéndolo. Uno no puede hacer un programa educativo formal enseñando conceptos o datos porque a los niños eso ya los estaba aburriendo.

¿Ahí está la clave de su éxito?

Creo que el éxito de “31 minutos” se basa en que es un programa comprensible desde el corazón de la gente. Pienso que las trabas afectivas que tienen los chilenos son bien fuertes, entonces, ver representadas relaciones humanas de una manera amable y simple llama la atención y a la vez te hace reír. El programa apunta a eso, a que además de mostrar chistes y ridiculeces, queremos entregar felicidad.

¿Qué te apareció todo el mercadeo que surgió en torno a “31 minutos”?

Fue algo que nos sorprendió. De repente nos dimos cuenta que en la calle se estaban vendiendo monos y poleras, todo con el logo de “31 minutos”, así es que dijimos: ¡Qué ganas de hacerlo nosotros mismos con un mínimo de calidad para los niños!. Así fueron saliendo juguetes, chapitas, poleras, etc. Era una forma de multiplicar las posibilidades del programa. Así, además de todos estos objetos, sacamos (apoyado por la CONAMA) “El Libro Verde de Juan Carlos Bodoque”, que es precioso y ahora vamos a sacar un juego de Calcetín con Rombos Man que es súper entretenido y que está destinado a los colegios. Entonces, ahí no apuntamos tanto a lo comercial sino que entramos a una dinámica educativa.

¿Cómo se dio el contacto con el canal infantil Nickelodeon?

Ellos habían visto el programa, nos llamaron para decirnos que les gustaba y que querían ver la posibilidad de transmitirlo para toda América Latina. Tuvimos unas reuniones en Miami en las que se planteó la necesidad de hacerle algunos cambios idiomáticos menores, pero nosotros les dijimos que queríamos mantener la chilenidad y las voces del programa, salvo en Brasil obviamente. Allá lo doblan y es muy chistoso escucharlo. También nos llamaron de un canal español que está haciendo unas pruebas con doblajes para ver si funciona. En todo caso, no se sabe que va a pasar con eso. Ya lleva un mes al aire en Nickelodeon

¿Han recibido comentarios de los niños?

Sí. Algunos niños lo aman y otros lo odian. Un niño de Nicaragua nos escribió diciéndonos que era un programa para mentes de pollo, pero la verdad es que la mayoría está muy contenta porque es algo que no habían visto nunca. Nos piden, por ejemplo, que lo emitamos todos los días y no sólo los viernes. En todo caso, recién estamos empezando. Son los primeros capítulos y al verlos uno se da cuenta que el programa realmente ha evolucionado mucho.

¿Qué te pasa en lo personal con el éxito del programa?

Me da gusto porque siempre fui fanático de los Muppets y me siento feliz de poder hacer un títere. Es algo increíble, de verdad te digo que es un sueño.

¿Haz utilizado algún servicio de Chilexpress?

Sí, me han enviado encomiendas y me han llegado a la hora y en perfecto estado. Realmente los felicito.