"La experiencia, más allá de los resultados, vale su grandísimo precio" (laguiadesantiago.cl)

Álvaro Díaz, director de 31 minutos

La experiencia, más allá de los resultados, vale su grandísimo precio

Publicado el 31 de Julio de 2007 por Antonia Lobos

Álvaro Díaz es mucho más famoso de lo que él cree y asume. Durante los ’90 creó Plan Z, uno de los programas más recordados de la década hasta el día de hoy incluso por una generación que en ese entonces era demasiado joven para ver esas cosas.

Mete chiva para salir a ver los partidos de fútbol aunque tenga cosas importantes que hacer en la oficina, y mientras está haciendo algo siempre tiene en mente lo que viene.

Aunque es periodista y no se siente parte del mundillo del cine, está pronto a terminar su primera película basada en la exitosísima serie de televisión 31 minutos.

Se trata de una superproducción de títeres y efectos especiales que se estrenará a final de año, y que a Chile le quedó corta en términos de costos por lo que la hicieron con el apoyo de Brasil y España, que en este momento se encuentra en la recta final…

AD:
Nosotros terminamos el montaje como en abril. Terminamos acá un montaje que creíamos que era definitivo, pero después nos fuimos a trabajar a Brasil y estuvimos diez días con el montajista de ‘Estación Central’, y ahí terminó el montaje. La película se fue para España, porque nosotros tenemos unos socios españoles que hacen toda la post producción de efectos. La película tiene como 370 planos de efectos, que algunos son como los muñecos y algunos son fondos, ¡no son los transformers! Pero es una cantidad importante de efectos, entonces todos los días recibimos pruebas de efectos que hacen allá, y nos van llamando y las vamos revisando y trabajando con ellos, y eso debería terminar en septiembre. La película entra la próxima semana, dos meses a sonido, y ahí, en dos meses más, está lista.
GS:
¿Las voces siguen siendo las mismas de siempre?
AD:
Los mismos de siempre, sí. Obviamente se incorporó más gente, son, no sé, doscientos monos, pero en lo estructural es casi lo mismo. Hay cosas que uno respeta más, antes en el programa daba lo mismo que dos huevones tuvieran la voz parecida, en la película eso puede ser un poco confuso, entonces esos detalles hay que cuidarlos un poco más. Puede que a algún personaje le cambiemos la voz, a algún secundario para que se diferencie claramente… Pero las voces son exactamente las mismas.
GS:
La lanzarían en…
AD:
Noviembre. Es la idea. Pero ahora está muy de moda que lleguen películas con 90, 100 copias y tapan todo, entonces es súper difícil. Vienen todas las películas chilenas ahora. Entonces, el ideal es noviembre si es que hay salas.
GS:
¿Desde cuándo tienen la idea de hacer la película?
AD:
La idea se hacer una película surgió después de la primera temporada. En el caso del Pedro (Peirano) y yo, siempre hemos querido hacer cine, pero la tele siempre está más a mano, es más fácil, es más barata, y nosotros llevamos diez años trabajando y tenemos ene de carrete y oficio, pero, claro, ahora teníamos como una excusa para hacer una película. La idea parte el año 2003, el guión se escribió como durante dos años, porque hacíamos el programa y ahí escribimos el guión, fuimos averiguando cómo se producía una película y empezamos a trabajar el 2005 exclusivamente en la película, paramos de trabajar en la temporada y nos metimos a trabajar sólo en la película, salvo en algunas cosas como para poder sobrevivir, pero hemos trabajado tres o cuatro personas acá exclusivamente en la película.
GS:
¿Y qué idea se desarrolla?
AD:
No te voy a contar nada… Eh… (busca en su computador) yo tenía un trailer que no decía nada… (ríe) La película es una aventura. Tiene escenas en el mar, hay escenas que recrean una isla selvática en Brasil.
GS:
¿Cuál es el rollo con Brasil?
AD:
El rollo con Brasil es que la película era muy cara. Muy cara de producción. Entonces el mercado chileno no da para financiar una película de ese costo, vale dos millones y medio de dólares, eso ha salido hasta ahora. Para financiar esto nosotros buscamos un país en el que tuviéramos más público y este presupuesto no fuera una locura. El problema de las co-producciones es que tú tienes que tener créditos de distintos lados, pero con Brasil, en una película es súper difícil hacerlo porque son actores brasileños con chilenos, el idioma, y en el caso de esto es súper fácil porque tú los doblas en Brasil y los monos son brasileños. En el fondo las actuaciones son la voz, el doblaje. Y el programa además se transmitía en Brasil.
GS:
¿Y les fue bien allá?
AD:
O sea bieeeen así, no, no como en Chile. Bien en la escala de que lo han aceptado y está bien evaluado por Nickelodeon allá. Pero Brasil es un mercado impenetrable prácticamente y no así como que vendamos discos y esas cosas, no, pero lo suficiente como para que lo conociera alguna gente. Pero básicamente sirvió para que ellos se acostumbraran y pudieran ponerse con la mitad de la película. Además es un medio bastante grande, sobre todo en experiencia, entonces, para ellos es una inversión grande pero no es una locura, para nosotros es una locura.
GS:
Y volviendo a la génesis de 31 minutos, ¿cómo nace la idea de la serie de televisión?
AD:
Nació porque estaba el concurso del Consejo Nacional de Televisión, había que hacer una serie infantil, nosotros como productora necesitábamos pega urgente. Y que fuera infantil no significaba que tuviera que someterse a formatos súper definidos de cómo tratar a los niños, y nosotros creíamos que lo mejor era que nos gustara a nosotros primero. A mí no me interesaba mayormente trabajar en televisión infantil, lo puntual salió que yo tenía que hacer un segmento y se me ocurrió esto de agarrar un títere y hacer una nota seria. Tenía ese corte infantil aunque el tono era serio, la información era seria, y fue como la primera nota verde que se hizo. A partir de eso descubrimos que en el mundo de los títeres, sumado al mundo del noticiero, un formato que era súper conocido por todos aunque fueras niño, te producían una especie de cercanía. Entonces la primera idea es un noticiero de títeres, y quizás yo tenía una idea inicial que era súper realista, no sé, títeres participando en la huevada social, pero con el tiempo eso devino en una comedia personal. Devino en la ficción, en el fondo nosotros por formación somos periodistas, yo trabajo en el periodismo, y siento que la realidad es mucho mejor abastecedora de lo que uno puede inventar, pero con el tiempo fue la realidad objetiva pero de manera más oblicua. A uno al principio no se le ocurre todo, se le ocurre dónde poner la mecha.
GS:
Y esta idea de los personajes, son personajes reales que existen con nombre y apellido tal cual. ¿Es tan así o no?
AD:
Yo creo que no es tan así. Siempre se dice es una parodia y yo creo que es imposible inventar algo y que tus modelos no sean cosas que tú conoces. Porque si nos los conoces cómo los cuentas, cómo sabes como se comportan, pero no están hechos en función de la parodia. La parodia tiene el sentido de que tú tienes que hacer una imitación muy específica, acá no, acá Tulio es un conductor de noticiero, como hay muchos conductores de noticieros, y tú vas a Ecuador, a Paraguay o a Malasia y encuentras un huevón como Tulio Triviño. Si uno se pregunta ¿Bernardo de la Maza?, que es de repente el más cercano, pero ¿qué vía tiene Bernardo de la Maza? Llegar, leer una cuestión que no tiene idea lo que significa, creerse muy importante, tener una postura de que es un huevón muy informado, pero lo que hace es leer y poner cara de que sabe lo que está leyendo y vas generando personalidades en torno a esa idea.
GS:
¿Cómo fue dirigir en cine?
AD:
El problema del cine en Chile es que se hace partiendo en publicidad. El mundo lógico del cine es que tú estudias cine ahora, o antes te dedicabas al cine, y tienes tu productora para hacer publicidad con la esperanza de hacer una película. Entonces, lo que más tienes principalmente son conocimientos técnicos, y tienes pocos conocimientos narrativos. Yo creo que los grandes problemas del cine son la narración, aquí dicen hay malos guiones, sí, es parte de la narración, pero no es sólo guiones, es contar con imágenes y sonidos una historia. Y la otra manera es trabajar en la tele, que curiosamente es menos habitual y mirada en menos. Por lo general el mundo de la tele no tiene relación con el mundo de las productoras de cine, que se dedican esencialmente a publicidad. Nosotros teníamos equipo, habíamos trabajado, teníamos por último cierto nombre, éramos conocidos con el Pedro, pero había un mundo, que era el mundo del cine, que no lo conocíamos, no conocíamos a nadie de ahí, ni a directores de foto, había ochenta huevones en la filmación que yo ¡no sabía qué hacían! (se ríe) Venía un huevón con cables, veinte camiones, entonces eso puede ser un poco intimidante. Y yo, lo que he aprendido en la vida, de hacer una película así de grande, sin la experiencia que quizás necesitarías para hacerla, es que en la medida que seas lo absolutamente honesto respecto a lo que sabes y lo que no sabes, estás aprendiendo. Los otros huevones tampoco saben tanto porque sino las demás películas tampoco serían tan malas, puta, serían geniales, y no son geniales. Entonces, cuando uno empieza haciendo esa huevada, se siente mucho más en confianza, sobre todo aprendiendo mucho, preguntando mucho, y sabiendo que el cine es así, que tienes que tener tu primera vez, y tienes que pagar el pato, quizás no es lo lógico hacer algo tan caro… Entonces, claro, nosotros decimos metimos toda la plata que teníamos ahí, nos endeudamos, llevamos dos años desaparecidos porque estamos haciendo una película. Me robaron el auto y no tengo plata para comprarme otro, ya, a pata, o en el auto de mi mamá, y te pueden decir ¿para qué se metieron en eso si tenían a 31 minutos que era tan seguro?, pero yo quizás haciendo 31 minutos estaría muerto de lata y de pena no más.
GS:
¿Y estás cien por ciento de cabeza en eso, o tienes en la cabeza otros proyectos?
AD:
Antes de la película, antes de empezar a filmar, dejamos otros proyectos como semi sembrados. Básicamente eran guiones. Uno tiene que ser bien testarudo en esta huevada, quiero hacer películas entonces sólo muevo mis dedos para escribir un guión de una película, salvo unas pegas que te piden, que las hago porque hay que pagarse un sueldo. Pero hay una película que es mucho más chica, que si le va bien a 31 minutos yo voy a aprovechar de meterla al tiro.
GS:
¿Y que tiene que ver también con 31 minutos?
AD:
No, es “adulta”, como de treinta años (se ríe). Es una película que escribimos con el Rafa Gumucio. Y, después, tenemos otro guión que nosotros vendimos pero nunca se hizo, y lo recuperamos ahora y después de cinco años volvió a ser nuestro y estamos súper embalados con hacer ése. Lo ideal sería que le fuera súper bien a 31 minutos, entonces nos piden 31 minutos II y uno dice “ya po, pero antes de 31 minutos II déjame hacer mi huevada chiquitita”. Si nos va mal, yo creo que la otra se va a hacer en diez años.
GS:
¿Trabajaron con un equipo muy grande?
AD:
Nosotros acá, uno era del (Miguel) Littin que yo creo que ha estado en todas las filmaciones bacanes. Yo nunca había visto tanta gente, y en Brasil era más todavía. Como en Brasil hay sindicatos había cuatro huevones para levantar una mesa. Yo tenía ene miedo de Brasil, como no hablaba el idioma, ellos no conocían a los monos, no tenían idea, pero trabajar allá fue un agrado. Como Río (de Janeiro) es una localidad de mucha publicidad europea, gringa, estos huevones están acostumbrados a trabajar con gente de afuera que no los pescan. Entonces llegamos nosotros que éramos chilenos, buena onda, jugábamos a la pelota, terminamos íntimos y la disposición era increíble. Pero la experiencia total, más allá de los resultados, que yo personalmente los encuentro hasta ahora muy buenos, vale su grandísimo precio.
GS:
¿Tienes muchas expectativas para el estreno?
AD:
¡Todas! Si ése es como el momento.
GS:
¿Para qué público crees tú que está dirigida?
AD:
Obviamente es una película de niños. Yo quiero que sea entretenida, pero un poco para todos, más allá de que haya gente a la que no le guste. Pero yo nunca pienso este es mi público, éste no. Eso como de segmentar, encuentro que uno habla por todo el mundo.
GS:
¿Cómo es trabajar con Pedro? ¿Chocan a veces?
AD:
Sí, por supuesto. Quizás es por inseguridad, yo siempre he pensado, siempre me han dicho “¿y hasta cuándo van a seguir trabajando juntos? ¿Por qué no hacen huevadas por separado?” Y hacemos cosas por separado, por un lado, Pedro es dibujante, yo escribo, pero yo creo que si hacemos cosas juntos es porque nos conviene a los dos. Como que estamos por una relación de conveniencia, más allá de que seamos amigos, en el fondo, no está él soportándome a mí, ni yo a él. Yo creo que la gracia de trabajar con Pedro es que lo que sale de los dos, no es algo que haríamos solos.
GS:
Se complementa…
AD:
Se complementa y también se restringe. Por ponerte un ejemplo, el Pedro es un huevón fanático de cierta estética como tipo Walt Disney, clásica de monos, y yo soy un huevón rockero, entonces hay dos mundos ahí que tienen que convivir. O al Pedro le gusta ponte tú “El Señor de los Anillos”, y yo no veo “El Señor de los Anillos”, no me meto, no me causa la menor curiosidad. El Pedro odia el fútbol y yo soy adicto al fútbol, entonces yo no puedo imponerle el fútbol al Pedro, porque el Pedro nunca va a entender lo que a mí me pasa con el fútbol, esa huevada de que hay partido y yo “permiso”, invento una chiva, que tengo que ir al hospital, final de Copa Europea a las cuatro de la tarde, y me voy a la casa de Guarello que es mi amigo, lo llamo ¿oye dónde estai?, para que no estén mis hijos hueviando, sino que me voy a un lugar solo para ver la pichanga … y eso no puedo imponerlo. Con el Pedro, lo que sí yo creo que tenemos es el mismo sentido del humor, y eso es fundamental. Y es muy difícil encontrarse con gente que tiene exactamente tu mismo sentido del humor, de que te ríes exactamente de las mismas huevadas puntuales, y que tienes una complicidad permanente. Yo con el Pedro hay épocas que somos muy amigos, fuera de la oficina, y hay épocas en que pasa un año y no hemos salido a carretear juntos, pero podemos encontrarnos en un cumpleaños y le tiras un comentario y sólo este huevón lo va a entender. Esa complicidad yo sólo la tengo con él, y quizás con mi mujer. Pero eso es lo que yo creo que hace que uno pueda mantenerse haciendo cosas juntos, si al final es una mutua conveniencia. Las cosas que yo hago con él tienen un sello distintivo y no las puedo hacer yo solo. Por otro lado, para mí es más fácil estar acompañado, y para él también yo creo.
GS:
¿Se sienten los dos igualmente dueños de 31 minutos?
AD:
Uno podría discutir de quién fue la idea inicial de ponerle el nombre, o si yo fui a grabar a Bodoque primero, pero en el fondo, si a la idea de Bodoque el Pedro no le hubiera encontrado sentido, nunca habría pasado nada, porque yo no habría insistido tampoco, no habría estado la conexión digamos. Entonces uno busca cosas que tengan la conexión, si es algo mutuo se hace y sino tratas de ver si lo haces solo o no lo haces.
GS:
¿Y han llegado a puntos de vista demasiado opuestos?
AD:
Es que cuando estás con una persona, sobre todo dirigiendo una película, hay cuestiones de personalidad que se imponen, de carácter. Pedro es huevón que le gusta estar sentado, mirando, leyendo, y yo soy de moverme más. Y eso hay que complementarlo, y a veces no se complementa tan bien. O una instrucción que das tú, y se dan instrucciones cruzadas… pero eso es la menor de la veces. O que tú tienes muchas ganas de hacer algo, y al otro huevón no le gusta y te la tienes que tragar y no la vas a hacer no más, porque es un acuerdo que tienes que se hacen las cosas que hay en acuerdo. Pero si eso fuera algo malo no tendría sentido, no tiene sentido mantener una relación en la que tú tiendes a la divergencia permanente. Acá, por lo general, tendemos a tener buenos acuerdos que nos parecen satisfactorios. No está el acuerdo en que yo digo ¡quiero escribir esto! y el otro te dice ya, pero bájale el tono, y tú te quedas con ganas de escribir eso pero le bajaste el tono porque al otro no le gustaba, sino que tú sientes que los resultados son mejores. Pedro es un huevón muy gracioso, yo lo encuentro muy gracioso. Tiene una manera que yo no tengo, porque si fuera una replica ¡puta lo hago yo!, entonces yo encuentro que la gracia es que somos muy diferentes, pero confluimos en un montón de cosas.
GS:
¿Qué les pasa a ustedes con Plan Z y ese peso que hay? Como el programa que marcó a toda una generación
AD:
Curiosamente marcó a una generación de huevones que tenían diez años menos que yo que lo bajaron de Internet… a mí no me importa. O sea, la raja, pero para mí siempre la cuestión es para adelante. Lo hiciste y punto, pero está hecho. En el caso mío siempre hago una cosa pensando en qué voy a hacer mañana, a veces eso implica que disfruto muy poco las cosas cuando las estoy haciendo, porque tengo la sensación de que quiero hacer otra cosa.
GS:
¿Crees que dejaste un legado en esa generación?
AD:
Me da lo mismo.
GS:
¿Te da lo mismo?
AD:
Sí, no me siento responsable. Hice una huevada, y a harta gente le gusta, y haces otra huevada y a la misma gente no le gusta, porque si tú dices eso también tienes la capacidad de defraudar. Entonces, como no me interesa defraudar… estoy pendiente de lo que la gente dice, me importa lo que opine de lo que uno hace, no es que uno trabaje y entregue y le de lo mismo, no. Yo estoy pendiente de que se rían, y en el cine yo creo que me voy a meter trescientas veces detrás de una butaca mirando hacia el público, no a la película. Para mí eso es muy importante, pero ya eso de ser como el huevón referencial, de verdad no hay nada de ahí a lo que yo le pueda sacar provecho. No hay nada, ¡ni plata!, así por ponerlo súper miserable. No hay nada del homenaje, de la cita, que a mí me pueda beneficiar, o que yo pueda sentirme mejor persona. ¿Plan Z? está ahí, están los videos, tenía diez años menos, me veía mucho más flaco. No hay nada que me desagrade más que como la huevada en la calle, el otro día vino un huevón y me tocó y me dijo ¿hagamos un asado? (aludiendo a uno de los videos de Plan Z) y yo ¡qué te pasa, conchetumadre! (risas) y no era porque me hueviara por el asado, sino que ¡por qué me toca en la calle! Me dio miedo…
GS:
¿Y en general te paran mucho en la calle?
AD:
En general no. Tengo una vida bastante normal (se ríe). Pero sí un par de veces a la semana, pero de repente estás carreteando y llega un huevón y quiere sacarte una foto y yo no quiero sacarme una foto, no estoy ni ahí, no me hueveen, estoy en mi derecho de estar acá y yo defiendo ese derecho mucho y puedo ser bastante pesado.