Superhéroes, pero con humanidad (The Clinic)

Superhéroes, pero con humanidad

Por Rodrigo Salinas*

La exacerbación de músculos y perfección de los cuerpos de estos superhombres que se ven en las revistas de cómic, me parecen aburridas. Como dibujante, encuentro todo esto una sospechosa pérdida de tiempo. Más que estar al servicio de la historia, son elementos efectistas. En muchos casos, me inclino más por las series de televisión que tocan estos temas. Ahí, los personajes son más reales, mal que mal, son encarnados por actores de carne y hueso. Me atrae el lado humano de los superhéroes. Como el caso de una antigua serie de Batman, en que el hombre murciélago tenía hasta ponchera.

Más allá de estas consideraciones, me llama la atención La Mole, porque mientras otros superhéroes como El Hombre Elástico o La Mujer Invisible tienen superpoderes que los hacen incluso atractivos, a él lo transformaron en una roca. Su poder es una especie de maldición y eso me atrae. Incluso, en algunas historias se ve que tiene problemas con las mujeres, porque más encima quedó feo. A Hulk le pasa lo mismo. Porque, claro, para nadie es bacán ser verde y musculoso. Más encima, se enoja, deja la grande y se mete en problemas. Como no puede controlar su ira, está condenado a siempre escapar de todos los lugares a los que llega. Esta eterna lucha contra su ira es lo que humaniza a Hulk, porque no quiere ser este monstruo que lo destruye todo con su ira. El Hombre Araña, al tener puros problemas domésticos, es muy humano. La mujer que le gusta no lo pesca, su casera le cobra el arriendo, siempre llega tarde al trabajo y su jefe lo odia. Hay una portada de un cómic del Hombre Araña que me gusta mucho. Aparece en el suelo, muy afligido, atormentado por las caras de todas estas personas que lo agobian. Es como la antítesis de la imagen de un superhéroe. En la última película que salió sobre el personaje, el tipo decide dejar de ser el Hombre Araña y ese es un momento feliz, porque se acaban todos sus problemas.

La mole, Hulk y el Hombre Araña no tienen una motivación altruista de defender la justicia. Sólo usan sus poderes porque no les queda otra, su vida es más que nada el aprender a llevar una condena. Pero aún así son tipos muy humanos, con problemas. Sin embargo, Superman es todo lo contrario a estos personajes, aunque igual es interesante. Porque este niño llega a la Tierra teniendo superpoderes, son parte de su vida. Pero a pesar de todo esto, y ahí está lo bonito, igual sus deseos más profundos son muy humanos. Lo que él más quiere en el mundo es casarse con Luisa Lane, lo que es muy bonito. Además, en el caso de la película, lo que pasó con Christopher Reeve no deja de ser una metáfora potente. Porque la imagen que todos tenemos de Superman es el actor, con traje celeste y capa roja. Perfecto. Y que haya terminado en una silla de ruedas no deja de ser extraño. Superman es la imagen clásica del superhombre. De ese que se convierte en un riel y soporta con su cuerpo todo el peso de un tren, evitando que se descarrile. Y aunque tiene una raíz estadounidense, muy capitalista, su imagen es muy parecida a la de algunos personajes comunistas. Las estatuas de obreros en los ex países soviéticos eran musculosos y fuertes. Eran superhombres capaces de construir y solventar el mundo comunista.

Finalmente, Calcetín con Rombos Man es un superhéroe porque vuela, Es capaz de detectar donde hay peligro y porque tiene algunos poderes. Pero él es distinto, porque nunca antepone la fuerza ante la razón. Él es un personaje noble, que cree en el poder de la palabra. Lo que él hace es resolver las cosas hablando y —de paso— enseña cuales son los derechos del niño. Para algunos podría ser latero, porque habla tanto, pero finalmente es un diplomático. Porque Calcetín con Rombos Man estudió para llegar a ser lo que es hoy. Asistió a la universidad de Superheroísmo y su tesis dictó sobre los Derechos del Niño. Es un tipo que se especializó en el tema. Y aparte de todo esto, es un calcetín. ¡Qué más humano que un calcetín!

* Dibujante y realizador de Calcetín con Rombos Man