Z! True chilean story: 31 minutos (zona.cl)

Z! True chilean story: 31 minutos

¿Cómo un piloto sobre la caca conducido por una rana verde, se convirtió en el mejor programa infantil de la tele chilena? ¿Por qué duró tres temporadas, si todo el mundo lo amaba y facturaban millones? Acá la historia contada por sus protagonistas: la dupla dorada de Peirano-Díaz, y los “Ringo Starr” del grupo: Salinas, Castro, Iglesis. Toneladas de genialidad, datos freak, una pizca de misoginia y la lucha entre creatividad y el implacable mundo de los negocios, en el “tras las cámaras” de un programa de culto.

Por Vadim Vidal

Yo nunca vi televisión

A inicios del 2002, Álvaro Díaz y Pedro Peirano eran la dupla de cesantes más talentosa del país. Tenían en su currículum dos clásicos noventeros: Plan Zy El Factor Humano,habían sobrevivido con dignidad el final de Canal 2 y la quiebra de PSN, la señal de cable que les compró Sangre, Sudor y Lágrimas, una serie de micro documentales deportivos de los que alcanzaron a emitir sólo dos episodios.

Para ese programa crearon la productora Aplaplacy ficharon a Juan Manuel Egaña, un viejo compañero de universidad que se encargó de postularlos a fondos concursables. Así ganaron uno del Consejo Nacional de Televisión para hacer Mira Tú, una serie sobre monumentos nacionales de Santiago, que les ganó la confianza de TVN, quienes los llamaron para participar en otro fondo para programas infantiles.

La idea original era hacer la continuidad de las series envasadas, lo que sería Tronia finalmente. Al mismo tiempo, la Conama les pidió hacer un espacio sobre temas ambientales: así nació La Ruta de la Caca, una nota sobre dónde van a parar los desechos humanos, conducida por una rana verde y gorda llamada Juan Carlos Bodoque. La prehistoria de 31 Minutos, a continuación.

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Acá,la que saldría al aire.

Peirano: De todas las ideas que teníamos, fue la única que resultó, así que pensamos meterla en un envase, porque era una nota no más. Fuimos a comprar un pez, una pecera y dijimos que ése iba a ser el animador del programa. Se iba a llamar “El Gabinete del Doctor Mojado”.

Una joya del bajo presupuesto, que combinaba secciones como El Club de los Alegones y la Nota Verde, en el youtubazo de abajo.

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Tampoco resultó —prosigue Peirano—, la grabación era horrible, se murió el pescado. Fue un desastre. Y ahí renunciamos a hacerlo. Teníamos que entregarlo un lunes por la tarde y el viernes le estábamos diciendo a la Carmen Gloria López (por entonces directora del Área infantil de TVN) que no íbamos a hacerlo. De hecho, yo me fui fuera de Santiago, pero ella insistió tanto que finalmente volví, y el domingo armamos el proyecto.

Álvaro Díaz: Nos dijeron hagan lo que quieran, pero presenten algo o, si no, nos vamos a perder el fondo. Entre nosotros dos, Juan Manuel Egaña y la Piedad Rivadeneira, una diseñadora amiga nuestra, hicimos el noticiero.

Como quien calienta la prueba del lunes, juntos idearon lo que sería el programa. De esa “lluvia de ideas” de domingo en la tarde, surgieron Tulio Triviño, Policarpo Avendaño, Calcetín con Rombos Man y el nombre del programa. Peirano: Viene porque en las bases del fondo decía que debían ser proyectos de más de 30 minutos. Y en el apuro dijimos: Pongámosle 31 Minutos.

A finales de julio de 2002, supieron que habían ganado el fondo y que se les venía mucha pega encima. Por lo que iban a necesitar gente con quien trabajar.

Mi miñeco me habló

En febrero del 2002, Rodrigo Salinasera el dibujante joven más elogiado y peor pagado del país. Encabezaba La Nueva Gráfica Chilena (LNGCH), un colectivo de diseñadores y artistas con el que lanzó una serie de publicaciones de mediano tiraje y filmó La cordillera de los Andes,, una comedia musical sobre la tragedia de los rugbistas uruguayos.

Como Salinas había invitado a Peirano a la “premier” de La cordillera de los Andes sin conocerlo mayormente, Peirano hizo lo mismo con Salinas, y lo invitó al lanzamiento del libro recopilatorio de Chancho Cero, la historieta que editaba en la Zona.

Peirano: A mí me encantaba esa lógica de “La Nueva todo, Chilena”, que si hacían una película fuera El Nuevo Cine Chileno, por ejemplo. Además Guatón (Salinas) hablaba con mucho entusiasmo de las mismas tonteras que me gustaban a mí. Y queríamos gente que no hubiera trabajado en la tele, que estuvieran menos contaminados, como nosotros cuando empezamos.

Entre ron y ron de la barra libre de La Batuta el día del lanzamiento, el hombre de Aplaplac les dijo que se habían ganado un fondo y querían invitarlos a trabajar con ellos.

Salinas: Fuimos a una reunión y les mostramos la película y se mataron de la risa. Me acuerdo que el Ñaña (Juan Manuel Egaña) al final le puso pausa a los créditos y se quedó viendo quiénes hacían qué. Entonces nos dijeron que tenían que armar un programa que se llamaba 31 Minutos, que era un noticiero de títeres, y nos advirtieron: Ésto va a ser una fábrica de salchichas, tenemos que hacer 21 episodios en 6 meses.

Salinas y Daniel Castro (ambos de La Nueva Gráfica Chilena) quedaron dentro del equipo de realización junto con Peirano y Díaz. Matías Iglesis, otro miembro de LNGCH, quedó a cargo de la dirección de arte. Salinas: “Me acuerdo que Pedro me dijo: “Guatón, hagamos los Muppets en Chile”.

Y descubrí un mundo muy complejo

La primera temporada del programa fue lo más parecido a un circo pobre. Peirano, Díaz, Salinas y Castro hacían los guiones, manejaban los títeres, doblaban las voces y salían a exteriores. Todo en el más completo anonimato, ya que empezaron a grabar en octubre de 2002 y salieron al aire recién en marzo del año siguiente.

Daniel Castro: Una vez estábamos haciendo una encuesta de Mico El Micrófonoen Irarrázaval, y Pedro y Álvaro estaban tirados en el piso con los títeres. Estábamos en eso, cuando pasaron unas minas en auto y comentaron entre ellas: Miren en lo que terminaron estos weones. Ellos las escucharon y no podían creerlo. Ahí terminó la grabación ese día y nos fuimos a comer algo.

Las expectativas en torno al programa no eran altas. TVN realizó varios focus groups de no muy buenos resultados. Juan Manuel Egaña fue a uno en un liceo de Maipú: Los niños no sabían si era una cámara indiscreta o un programa de tele, porque era tan raro lo que estaban viendo que no lo entendían. Los tipos seleccionaban cinco minutos y les preguntaban si les gustaba o no.

¿Influyó en algo? Peirano: Daban lo mismo, total, ya estaba pagado por el Consejo de Televisión. Había que darlo, si lo encontraban malo, lo daban más temprano el sábado. Tampoco estaban arriesgando un gran horario.

La única exigencia que les hacían era poner un personaje femenino como estable en el programa. Así nació Patana.

Recuerda Salinas: Al principio nos preguntábamos cómo le íbamos a poner, ¡y salían unos nombres!, Inutilana, Tontona, y otros peores. Al final dijimos: 'Pongámosle Patana', y la Carmen Gloria López (de TVN) se espantó porque, según ella, era una ofensa, y nosotros le decíamos que se llamaba Patricia Ana. Eso parte desde el desprecio a las mujeres de este grupo de weones que lo estábamos pasando bien sin una mina.

La voz de la sobrina de Tulio la hizo Jani Dueñas, una actriz amiga de LNGCH. Grabar con ellos era una humillación tras otra, aprendí a crear un cuero duro con estos gallos. Por un lado, era la princesa, todos te querían y había como un filtreo con todos, pero, por otro lado era como no sabe nada, idiota, es mujer, no sirve. Si lo hacía mal a la primera me decían: Lo hace mal, pésimo. Se equivocó, ¡buhhhh! en tono burlón. Yo me sentía en el colegio. Era como ¡malditos!. Después me transformé en una más del lote. Como que desarrollé una personalidad de niña-niño. Por decirlo así: tenía que jugar a la pelota, no podía llegar a pintarme las uñas.

Para cuando entró Patana, el programa había comenzado a mutar de ser un continuo de notas raras y gags a centrarse en las historias de los personajes. Ellos no lo sabían en ese momento, pero, cuando saliera al aire, ésa sería la clave del éxito.

¡Estamos al aire!

El primer capítulo se emitió el 15 de marzo de 2003 y marcó 6 puntos de rating. Después empezó a crecer la bola de nieve y se disparó el fenómeno.

Juan Manuel Egaña:Empecé a darme cuenta de que algo pasaba porque nuestra página en internet era la tercera o cuarta más vista de todo TVN. No había una relación entre el rating que tenía, que era no sé, el 84 del canal ,y las visitas a la página. Me pareció que ese era un indicio de que teníamos un público fiel.

Díaz:Nos empezaron a llamar de algunas radios para preguntarnos si podían tocar las canciones. Después dimos una notita por aquí, apareció una crítica por allá, en tiempos en que la tele no era fuente permanente de noticias como ahora.

El 9 de julio apareció el CD con las canciones, el que vendió 10 mil copias en sólo 24 horas. A las tres semanas superaban las 50 mil. Nada mal para una banda sonora que se pensó como una buena forma de rellenar con algo cinco minutos de programa.

Salinas: KVzón (guitarrista de los Chancho en Piedra) llegó un día con un CD lleno de pistas de puras canciones sin letra. Y me acuerdo que nos gustó al tiro la de la cortina. Te juro que la escuché y pensé: Yo nunca vi televisión porque es muy fome. Después pasó el tiempo y nos dijeron que teníamos que ponerle letra. Nosotros pensábamos que ya estaba hecha. Entonces Pedro la continuó: Yo prefería estudiar y hasta leer, y Álvaro se paró y dijo: Pero mi padre que es un loco y vende teles, para mi santo me regaló un televisor, y así la hicimos.

De ahí a los ringtones de celulares, las 120 mil copias vendidas y toneladas de merchandising fue cosa de tiempo.

Jani Dueñas: Lo más impresionante fue haber ido a fiestas y que pusieran Bailan Sin Cesary que quedara la cagá, yo no lo podía creer. Había amigas que me pedían que llamara a sus hijos por teléfono con la voz de Patana o que les grabara el mensaje en el buzón de voz del celular. Fue el mayor acercamiento a la fama que he tenido.

A todos les empezó a pasar lo mismo. Salinas tenía que hablar como Juanín o cantar Diente Blanco No Te Vayasporque nadie le creía que hiciera las dos voces, Daniel Castro se sonrojaba cuando en una fiesta alguien lo presentaba como el hombre que le daba vida a Calcetín con Rombos Man, a Álvaro lo reconocían las ejecutivas de banco por su voz a lo Juan Carlos Bodoque y un largo etcétera.

En octubre, promediaban 14 puntos de rating los sábados por la mañana y 15 los viernes en horario prime. TVN quería una nueva temporada. A fin de año, la venta de productos relacionados con la serie llegó a 3 mil millones de pesos, según datos entregados por la firma Agosín a El Mercurio (210 de los cuales se repartieron entre el canal y Aplaplac como dueños de la marca).

En octubre de ese año, ganaron un fondo Corfo para escribir el guión de la película. Habían fabricado un clásico, el mejor programa de televisión hecho en Chile en los últimos 20 años.

Dima títere, soy tu títere

Para todo el mundo, 31 Minutos era creación exclusiva de la dupla Díaz -Peirano. Ellos daban las entrevistas y recibían los premios. La segunda parte del equipo, los de LNGCH figuraban en un segundo plano.

Daniel Castro: Poco a poco pasó que en muchas entrevistas faltaba el reconocimiento de que éramos cuatro y no dos. Éramos un poco los 'Ringo Starr' del grupo. Que siendo súper partícipes, muchas veces se pasaba por alto que existíamos.

Para la vuelta de vacaciones de ese 2004, Salinas y Castro tuvieron que negociar su contrato con Aplaplac. Una experiencia que ambos catalogan como tensa. ¿La causa? Los derechos de sus creaciones.

La mecha la encendió casi sin querer Matías Iglesis, quien creó materialmente a los personajes. Yo los inscribí para protegerme, porque le encargaba a gente externa —costureras, por ejemplo—, que terminaran los monos. Y había unos que decían que eran de ellos. Lo hago siempre, en otras pegas también, para no tener problemas. Claro que llegado el minuto cedí mi parte a Pedro y Álvaro para todo lo que tuviera que ver con cosas externas.

Hoy Iglesis es socio en la licencia de los personajes. El único de los miembros de LNGCH que tiene un porcentaje estipulado legalmente.

Salinas: El primer contrato que firmamos era muy al lote, y los últimos contratos eran de como seis páginas que decían: “Cesión de Derechos”. Y yo no estoy acostumbrado a ir cediendo mis derechos. A mí, normalmente se me ocurren un par de cosas buenas al año, y a ese par de cosas las puedes explotar por harto tiempo. Y si yo te cedo mis derechos, es a cambio de retribuciones de algún tipo.

Tanto Salinas como Castro dicen que sólo recibían participación de las ganancias y por los derechos de autor de las canciones. Nada de porcentajes. Eran simplemente empleados de Aplaplac.

Peirano: Después de la primera temporada, había toda una weá que nadie cachaba de qué se trataba, que era todo este mundo que se podía hacer merchandising con los monos. Nunca lo tuvimos claro al principio.

Las cosas claras: para vender la marca 31 Minutos, se tiene que tener todos los derechos de creación en regla para que después nadie reclame nada. Más aún si en junio de 2004 firmaron con Nickelodeon para transmitir las primeras dos temporadas en todo el continente.

Sigue Peirano: Cuando tenís una productora, tenís que pensar también como productora. Es decir, el riesgo mayor lo corres tú. Por lo tanto, tenemos que tener la seguridad de que podemos controlar lo que estamos haciendo. Y eso tiene que ver con los derechos. Si tú sientes que inventaste un personaje y el personaje le pertenece a una productora que no eres tú, obviamente te preguntas si eso está bien o no. Pero también tienes que pensar que ese personaje lo inventaste en 31 Minutos.

Salinas: Yo con Álvaro y Pedro, en distintas medidas, nunca he dejado de ser amigo. Los quiero y los respeto profundamente. Pero me sentí defraudado de la empresa Aplaplac. Si yo ayudé a hacer grande una empresa, da lata no poder seguir desarrollándose ahí. Yo creo que ni ellos mismos supieron cómo llegaron a eso. No creo que esperaran transformarse en los malos de la película. Como tampoco esperaban que hubiera gente que esperaba vivir de eso.

Díaz: Si algo tengo tranquilo en mi conciencia es que he hecho lo imposible por ser una persona justa. No te voy a dar detalles de cómo es ser justo ni de cómo reparto mis ganancias porque me parece que es una impertinencia, pero si uno tiene problemas con alguien respecto a cuánto gana o de cuánto cree que es dueño, uno tiene que tratar de averiguar cómo lo hacen las otras personas, cómo se reparte, cómo operan las leyes. Es un tema más complicado que la cresta. Y tenís que revisarlo contigo mismo y saber si uno está actuando bien o está mal.

Por la tensión al interior del equipo y el cansancio acumulado tras 42 capítulos hechos casi sin respiro, es que se decide bajar a 15 el número de episodios en la tercera temporada. La última que hicieron.

Quiero mi show, mi show

El fenómeno había pasado. Aunque los números eran más que satisfactorios (10 puntos en promedio en la segunda temporada y 12, en la tercera), el segundo disco vendió menos que el primero (70 mil unidades contra 120 mil) y el tercero se empinó “apenas” sobre el platino. Ideas locas como hacer “mi primer computador” marca 31 Minutos habían quedado en nada.

En la cabeza de los integrantes del equipo, el programa ya no ocupaba la pole position. Daniel Castro: Todo el cuento de los derechos generó un desgaste que se le atribuyó al programa más que a las relaciones personales. Era como: está weá ya se vició, hicimos demasiado, tenemos que hacer algo nuevo. En vez de hacer una pausa y limar las asperezas fue como chao, fueron tres temporadas y démosle a otra cosa, como dejarlo ahí y que no hubiera decadencia. Peirano y Díaz se la jugaron por entero por el cine.

Mientras se terminaban de grabar los capítulos de la tercera temporada, se iba afinando en paralelo el guión de la película que se había comenzado a idear un año antes. Cada uno trabajaba su personaje por separado (Peirano a Tulio, Díaz a Bodoque y Salinas a Juanín) y cada cierto tiempo se juntaban durante un fin de semana entero para avanzar más rápido.

Recuerda Salinas: Terminamos de escribir la historia en El Ingenio (Cajón del Maipo), en un encuentro que bautizamos como “El secreto de la montaña”. Me acuerdo que hicimos un asado y estábamos los cuatro, los históricos. Estábamos curados y felices. Me acuerdo que Álvaro puso un tema de Mecano, “Barco a Venus”,y nos pusimos unos gorros en la cabeza y nos pusimos a bailar y a hacer como que tocábamos. Y me dije: Puta, realmente voy a echar de menos está weá. Era como la última vez que éramos amigos con los jefes. Ya sabíamos que no había cuarta temporada.

Díaz y Peirano tardaron un año más en afinar el guión y dos en estrenar la película. Castro se incorporó al área de ficción de Canal 13, Salinas e Iglesis están a punto de estrenar Experimento Wayapolisuna serie infantil con (ejem) títeres y animaciones en stop motion. Sólo volvieron a trabajar en la película manipulando títeres, haciendo voces y arte, respectivamente.

Hoy el equipo original no está muy convencido de volver a agruparse para continuar con la serie. Aunque la película reviente las salas de cine. Habla Peirano: Ahora que estoy raja con la película, me desmayaría de sólo pensar en que lo tengo que hacer de nuevo. Pero después me pongo a Tulio y me digo: ¿Cómo va a ser la última vez que haga esta voz?.

Díaz es más reticente: Le tomamos el gustito al cine. Y cuando juegas en la Liga italiana, ya no tienes tantas ganas de volver a los potreros. En cambio Salinas es lapidario: Del 31 Minutos original ya no hay nada, el equipo está separado. Pensar en volver a trabajar juntos es como volver a juntar a los Beatles, imposible porque hay dos muertos.